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Steven Sotloff (casco oscuro), en el frente de Al Dafniya, Libia, en 2011

El periodista estadounidense Steven Sotloff ha sido asesinado por los fanáticos del grupo Estado Islámico que le secuestraron hace un año en Siria. Como ocurrió hace apenas dos semanas tras la decapitación de su compatriota y colega James Foley, también esta vez hemos conocido la noticia por un vídeo colgado en Internet. Las imágenes son similares, el ‘mensaje’ apenas cambia, el verdugo parece ser el mismo. El siguiente en la macabra lista de amenazados es el reportero británico David Cawthorne, también secuestrado.

Tras conocerse el asesinato de Sotloff, Joel Simon, director ejecutivo del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), ha emitido un comunicado en el que señala que «los periodistas saben que cubrir guerras es peligroso, y que pueden morir  durante un tiroteo. Pero ser masacrado delante de una cámara por el simple hecho de ser periodista es pura barbarie. Condenamos en los términos más duros posibles el asesinato del periodista ‎Steven Sotloff‬. Tanto él como James Foley fueron a Siria para contar una historia. Eran civiles, no representaban a ningún gobierno. Estos asesinatos son crímenes de guerra‬, y quienes los han perpetrado deben ser llevados ante la justicia».

La peor manera de rendir homenaje a un periodista es dar a sus asesinos una publicidad que no aporta nada. La mejor, recordar su trabajo. Sotloff, un periodista freelance de 31 años de edad, publicaba en varios medios, entre ellos, TimeThe Christian Science Monitor, World Affairs Journal y Foreign Policy. En la web del National Journal han hecho una pequeña selección de sus artículos. El siguiente extracto pertenece a uno titulado Las quejas legítimas de los Hermanos Musulmanes. Fue publicado en World Affairs Journal durante las protestas que siguieron al golpe de Estado en Egipto.

Cuando le dije a mi amigo egipcio Ahmad Kamal que quería ir al campamento de protesta de los Hermanos Musulmanes en Ciudad Nasser se puso completamente pálido. «¡No vayas!», me suplicó. «Son fanáticos que odian a los extranjeros. Los americanos como tú corren peligro allí». Después de una hora de conversación infructuosa e interminables vasos de té azucarado, me levanté, le di la mano a Ahmad y me dirigí directamente a la guarida donde, según él, iba a ser devorado.

Pero cuando llegué a Ciudad Nasser, el cuadro que me había pintado Ahmad de extremistas barbudos armados con garrotes y empeñados en dar palizas a los egipcios laicos resultó ser tan falso como tantas otras cosas en este dividido país. Golpes de estado que se presentan como revoluciones, manifestantes pacíficos descritos como fanáticos y ciudadanos descontentos aclamados como revolucionarios han transformado Egipto en una circo donde la atracción principal es la incertidumbre de caminar hacia lo desconocido.

Pura barbarie

El periodista estadounidense Steven Sotloff ha sido asesinado por los fanáticos del grupo Estado Islámico que le secuestraron hace un año en Siria. Como ocurrió hace apenas dos semanas tras la decapitación de su compatriota y colega James Foley, también esta vez hemos… Leer

James Foley, en Siria. Foto: freejamesfoley.org

El periodista estadounidense James Foley, que permanecía secuestrado en Siria desde noviembre de 2012, ha sido asesinado (decapitado) por terroristas del grupo fanático yihadista Estado Islámico. Los asesinos colgaron en Internet un espantoso vídeo mostrando la decapitación.

Durante unas horas existió la esperanza de que el vídeo fuese falso, pero un conmovedor comunicado hecho público por la madre del periodista, Diane Foley, confirmó, finalmente, la noticia:

Nos sentimos más orgullosos que nunca de nuestro hijo Jim. Ha dado su vida intentando exponer ante el mundo el sufrimiento del pueblo sirio.

Imploramos a los secuestradores que dejen con vida a los demás rehenes. Son, igual que Jim, inocentes. No tienen ningún control sobre la política estadounidense en Irak, en Siria, o en cualquier otra parte del mundo.

Agredecemos a Jim todas las alegrías que nos ha dado. Era un extraordinario hijo, hermano, periodista y ser humano. Por favor, respeten nuestra privacidad durante estos días, mientras lloramos y celebramos a Jim.

En el vídeo publicado por los terroristas, Foley, que tenía 40 años de edad, se despide de su familia y recita un mensaje en el que acusa al Gobierno de Estados Unidos de ser «el culpable» de su ejecución por su reciente intervención en Irak, antes de ser degollado ante la cámara por un encapuchado que habla en inglés con acento británico.

La grabación comienza con el discurso de Barack Obama del pasado 7 de agosto, en el que el presidente de EE UU anunció el comienzo de los bombardeos contra el grupo Estado Islámico en el norte de Irak, para frenar el avance de los yihadistas hacia el Kurdistán y permitir la asistencia humanitaria a miles de desplazados.

Posteriormente aparece Foley pidiendo a su familia y amigos que «se levanten» contra las autoridades estadounidenses: «Desearía tener más tiempo, desearía ver a mi familia de nuevo, pero ese barco ya ha zarpado. A fin de cuentas, supongo que desearía no ser estadounidense», dice Foley, sereno, y vestido con un mono naranja en una localización desértica no especificada.

Tras la decapitación, el vídeo termina con el encapuchado amenazando de muerte a otro periodista estadounidense secuestrado, Steven Joel Sotloff, cuya vida «depende de la próxima decisión de Obama».

Los familiares de Foley aseguraron en un comunicado en enero de 2013 que un grupo desconocido de hombres armados lo había secuestrado en una zona del noroeste de Siria, el pasado 22 de noviembre. Foley, quien en ese momento trabajaba para la web estadounidense GlobalPost y para la agencia France Press, había sido retenido anteriormente por el Ejército de Libia en 2011, mientras cubría el conflicto en el país tras la caída del régimen de Muamar al Gadafi.

Foley reported from Salahedine, Aleppo which meant facing fighter jets and snipers. Those in Syria know how hard that assignment was.
— Michael Weiss (@michaeldweiss) August 20, 2014

Sandra Mims Rowe, directora del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), ha hecho pública una nota en la que afirma que «el bárbaro asesinato del periodista James Foley, secuestrado en Siria durante cerca de dos años, enferma a cualquier persona decente. Foley fue hasta Siria para mostrar la difícil situación del pueblo sirio, para ser testigo de su lucha y, al hacerlo, para luchar también por la libertad de prensa. Nuestro corazón está ahora con su familia, que ha hecho todo lo posible por encontrar y liberar a Jim».

Siria lleva ya dos años siendo el lugar más peligroso del mundo para los periodistas. Según datos del propio CPJ, al menos 69 profesionales de la información han muerto allí ejerciendo su trabajo, incluyendo a los que perdieron la vida en las zonas fronterizas con Líbano y Turquía. Más de 80 periodistas han sido secuestrados en este país, aunque es difícil conocer el número exacto, ya que en muchos casos no se da publicidad a los secuestros.

El CPJ calcula que alrededor de 20 periodistas, tanto sirios como extranjeros, permanecen desaparecidos actualmente en Siria. Muchos de ellos están en manos del grupo Estado Islámico.

En ocasiones se ha criticado la importancia que dan los medios de comunicación a las muertes de periodistas, en contraste con las de otras personas (voluntarios de organizaciones humanitarias, médicos y personal sanitario, profesionales de todo tipo, simples civiles) que son también víctimas de las guerras o del terrorismo fundamentalista, y cuya identidad queda, al final, diluida en frías cifras.

Todas las muertes causadas por la violencia son igual de horribles. Pero, al margen de que es humano sentir especialmente la pérdida de un compañero, el asesinato de un periodista significa algo más que el final de una vida; significa, como dice Paul Conroy en el tuit que encabeza esta entrada, que el mundo es un poco más oscuro.


Más información y fuentes:
» On James Foley (Max Fisher, en Vox)
» EE UU investiga la posible muerte de un reportero a manos del Estado Islámico (El País)
» Los terroristas del IS decapitan a James Foley, periodista de EE UU secuestrado en Siria en 2012 (Agencias, 20minutos.es)
» Militant Group Says It Killed American Journalist in Syria (The New York Times)
» Mother mourns U.S. journalist purportedly beheaded by Sunni militants (Reuters)
» CPJ condemns killing of American journalist James Foley (CPJ)
» Foley video, photos being scrubbed from Twitter (The Washington Post)

Otro periodista asesinado, y el mundo, un poco más oscuro

El periodista estadounidense James Foley, que permanecía secuestrado en Siria desde noviembre de 2012, ha sido asesinado (decapitado) por terroristas del grupo fanático yihadista Estado Islámico. Los asesinos colgaron en Internet un espantoso vídeo mostrando la decapitación. Durante unas horas… Leer

Jóvenes estudiantes israelíes realizando tareas propagandísticas en Internet, en la ‘Sala de Guerra Hasbará’. Foto: Ynet

Hace apenas una semana, cuando el número de muertos en Gaza no había llegado aún a los 200, una web israelí publicó un reportaje sobre la «Sala de Guerra Hasbará» de la Universidad de Herzliya, un lugar donde 400 estudiantes voluntarios están librando una batalla propagandística en Internet [Hasbará, «explicación, esclarecimiento», es un término utilizado por el Estado de Israel y por grupos independientes para describir sus esfuerzos por explicar las políticas del Gobierno israelí y fomentar la imagen de Israel en el mundo]. Trabajan en 30 idiomas, y su objetivo es contrarrestar el sentimiento «antiisraelí» en las redes sociales.

En Internet, por supuesto, estos guerreros electrónicos israelíes parecen gente corriente que simplemente está expresando opiniones personales. Pero la ‘operación Herzliya’ es, en realidad, el último proyecto de un programa de propaganda gubernamental (documentado por Electronic Intifada aquí, aquí, aquí y aquí) que tiene una historia un tanto accidentada. El año pasado, el jefe del programa, Daniel Seaman, fue retirado del cargo tras publicar en Facebook un comentario que provocó una protesta oficial del Gobierno japonés. Decía así:

Estoy harto de los japoneses y de los grupos pacifistas y de derechos humanos de todo el mundo, con sus santurronas conmemoraciones anuales en recuerdo de las víctimas de Hiroshima y Nagasaki. Hiroshima y Nagasaki fueron la consecuencia de una agresión japonesa. Se cosecha lo que se siembra.

Y en otra entrada, Seaman preguntaba:

¿Significa el comienzo del ayuno del Ramadán que los musulmanes van a dejar de comerse los unos a los otros durante el día?

Varios cientos de propagandistas trabajando en sus ordenadores pueden parecer muchos, pero, diluidos entre los millones de usuarios de redes sociales en todo el mundo, sus esfuerzos apenas están haciendo mella. Desde un punto de vista israelí, se diría que estos propagandistas están empleando su tiempo de un modo bastante poco efectivo, tal vez porque no saben muy bien cómo responder a la avalancha de críticas.

Un ejemplo: este domingo, alguien entró en Wikipedia desde una dirección IP del Gobierno israelí y alteró el artículo sobre el sistema de defensa Cúpula de Hierro. Ésta es una de las frases originales:

Uri Misgav ha expresado en Haaretz la opinión de que los creadores del sistema Cúpula de Hierro han logrado una maravilla tecnológica que ha salvado muchas vidas, pero también una brillante invención que, en un sentido estratégico, causa daño, ya que permite a los israelíes inflar su victimismo a la vez que continúan viviendo sus vidas con relativa comodidad.

La contribución del Gobierno israelí fue insertar las palabras «el periódico de extrema izquierda» antes de «Haaretz».

Otra de las frases en la entrada original de Wikipedia empieza así:

Misgav escribe más adelante que la Cúpula de Hierro no va a devolver la calma a los residentes del sur de Israel, ni a los sitiados residentes de la franja de Gaza, y que los israelíes necesitan esforzarse con valentía y generosidad para conseguir una solución sistemática…

El Gobierno israelí borró las palabras «ni a los sitiados residentes de la franja de Gaza».

Quienquiera que fuese el que realizó estos cambios no tiene ni idea de cómo funcionan las redes sociales. Intentar manipular subrepticiamente las entradas de Wikipedia es algo peligroso; lo más seguro es que se note, como ocurrió en este caso. De hecho, ahora hay una cuenta en Twitter (@israeledits) desde la que se informa automáticamente de cualquier cambio realizado en Wikipedia desde direcciones IP pertenecientes al Gobierno israelí.

En guerras anteriores, Israel podía confiar en que obtendría una cobertura favorable por parte de los medios de comunicación occidentales, especialmente, de los estadounidenses. Esto sigue siendo así en EE UU, pero hay señales de que las cosas están empezando a cambiar. Una de las razones es que la diversidad de los medios en Internet ha diluido el impacto de los medios tradicionales y, en cierta medida, les está obligando a revisar sus viejas prácticas.

Pero si bien es cierto que muchas de las dificultades con que se encuentra la propaganda israelí pueden ser atribuidas a la cambiante naturaleza de los medios, el problema de fondo está en que el mensaje en sí es inherentemente débil. Las acciones militares contra Gaza dan una imagen mucho más devastadora que cualquier ataque procedente de Hamás.

El «derecho de Israel a defenderse» (un derecho que, aparentemente, no tienen los palestinos) suena especialmente hueco ante la enorme desproporción existente en el número de bajas de ambas partes.

Del mismo modo, el discurso de que los israelíes viven bajo el terror de los poco eficaces ataques con cohetes –sirenas, refugios, etc.– no resulta muy convincente cuando estamos viendo fotografías de israelíes sentados en sofás al aire libre, viendo los fuegos artificiales cerca de la frontera con Gaza. Usuarios de Twitter han publicado asimismo fotos de israelíes, supuestamente sitiados, disfrutando del sol en las abarrotadas playas de Tel Aviv.

Y luego están los famosos túneles de Gaza –una respuesta natural a las acciones de Israel en los últimos años–, que parecen conmocionar a los propagandistas israelíes, pero que no causan demasiada impresión a la mayoría del resto del mundo. Anoche, en la televisión británica, un portavoz israelí denunciaba que todo el cemento necesario para construir esos túneles podía haberse utilizado en construir casas, escuelas, hospitales, etc. La ironía de semejante declaración, en un día en que Israel siguió demoliendo casas, e incluso un hospital, pareció escapársele.

Las redes sociales están influyendo en la guerra de Gaza de dos maneras importantes: por un lado, están cuestionando tanto el discurso israelí como el de los medios tradicionales que lo regurgitan automáticamente. Los oficiales israelíes están acostumbrados a avanzar por un camino de rosas, especialmente en los medios estadounidenses, donde pueden realizar la más absurda de las declaraciones sin que nadie les cuestione seriamente. Así, Netanyahu puede seguir haciendo en la televisión estadounidense sus repugnantes comentarios sobre «telegénicos muertos» palestinos, pero inmediatamente será confrontado en Twitter con las preguntas que su entrevistador debería haberle hecho.

Tomemos el caso de Ayman Mohyeldin, el reportero de la cadena de televisión NBC que, junto con otros periodistas, fue testigo de la muerte de cuatro niños que estaban jugando al fútbol en una playa de Ciudad de Gaza. Mohyeldin publicó algunos tuits muy fuertes sobre lo que había visto. Glenn Greenwald cuenta lo que pasó después:

A pesar de este impactante ejemplo de periodismo de primera mano, o tal vez por ello, Mohyeldin no apareció por ninguna parte en la emisión de anoche del programa de la NBC ‘Nightly News’, presentado por Brian Williams. Como señaló Jordan Chariton, de Media Bistro, en su lugar, y curiosamente, la NBC emitió un ‘reportaje’ realizado por Richard Engel, quien se encontraba en Tel Aviv, y que había llegado allí aproximadamente una hora antes. Chariton escribe que «la decisión de que fuese Engel el encargado de contar la historia, y no Mohyeldin, enfadó a algunos miembros de la redacción de NBC News».

De hecho, muchos empleados de la NBC, incluyendo algunas de las estrellas de la cadena, se mostraron primero confundidos y luego indignados por el cambio. Lo que no sabían, de lo que no se ha informado hasta ahora, es que Mohyeldin fue apartado completamente de su trabajo en Gaza por uno de los altos ejecutivos de la NBC, David Verdi, quien le ordenó abandonar la franja inmediatamente.

El caso de Mohyeldin ilustra una de las dificultades a las que se enfrentan los grandes medios de comunicación favorables a Israel. Apaciguar a la opinión pública israelí solía ser la opción más segura, pero ahora las redes sociales les están forzando a prestar mucha más atención a las demandas de una audiencia más amplia. La tormenta que provocó en Internet la repentina decisión de hacer salir a Mohyeldin de Gaza hizo que la NBC reconsiderara su postura y le permitiese finalmente volver a la franja.

El segundo gran efecto de las redes sociales en la cobertura de Gaza es que los periodistas de los grandes medios están tuiteando y produciendo reportajes en toda regla sobre el terreno. Esto supone un gran cambio. Como indica Paul Mason, de Channel 4:

Durante la operación Plomo Fundido, en 2009, había muchos menos medios grandes allí [en Gaza], y muchos de ellos no tuiteaban. Actualmente, a muchos periodistas se les pide que tuiteen como parte de su trabajo. Pero no es lo mismo tuitear que realizar un reportaje tradicional.

Un reportaje pasa por un proceso de edición. Las partes que no coinciden con la política editorial del medio pueden suprimirse; los hechos tienen que se comprobados y contrastados con otros hechos y otras versiones. El mismo equipo que elabora el reportaje (productor, reportero, cámaras, traductores) supone ya un primer filtro. Pero en Gaza no hay filtros y, además, ahora tuitean también los cámaras y los periodistas que no aparecen en pantalla. Y en lo que respecta a los periódicos, ahora hay varios periodistas tuiteando al mismo tiempo, en lugar de pasar todos por la máquina editorial para convertirse en un único producto final

Y aquí está la clave: las noticias, instantáneas y sin filtrar, son contrastadas por la mente colectiva creada por las mismas redes sociales. El proceso de edición es el propio medio…

Es verdad que, por más que pongas a una docena de periodistas con Twitter sobre el terreno, los procesos y políticas editoriales seguirán aplicándose al pulido (algunos dirán «censurado», o «ideologizado») reportaje final. Pero la información en bruto seguirá ahí, y cualquier intento de añadir matices ideológicos, o políticamente correctos, a los hechos, va ser mucho más fácil de detectar.

Es probable que el Gobierno israelí se esté arrepintiendo de haber permitido la entrada de tantos periodistas extranjeros en Gaza. Tal vez sea esa una de las razones por las que el ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, quiere ahora prohibir que Al Jazeera siga operando en Israel, una iniciativa que, según se ha informado, Lieberman justificó diciendo que la prohibición no sería muy diferente de cuando el Reino Unido se negó a permitir la publicación del diario nazi Der Sturmer, o de cuando Estados Unidos prohibió las emisiones de un canal de televisión de Al Qaeda.

Los usuarios de Twitter se apresuraron a responder comparando a Lieberman con el nuevo dictador egipcio, el general Al Sisi, quien ya ha vetado a Al Jazeera en este país.


Brian Whitaker, responsable de la web Al Bab, es periodista, antiguo jefe de la sección de Oriente Medio en The Guardian, y autor del libro Arabs Without God: Atheism and Freedom of Belief in the Middle East.


Publicado originalmente en Al Bab bajo licencia Creative Commons el 22/7/2014
Traducción del original en inglés: Losing the plot. How Israel’s media offensive has come unstuck


Como complemento al artículo, esta interesante conversación en la radio pública estadounidense, NPR, con Anne Barnard, corresponsal de The New York Times en Gaza, y Peter Bouckaert, de Human Rights Watch: Tuitear desde una zona de conflicto, ¿favorece o perjudica el trabajo periodístico?:

Gaza, Twitter y la fallida propaganda israelí

Por Brian Whitaker.- Hace apenas una semana, cuando el número de muertos en Gaza no había llegado aún a los 200, una web israelí publicó un reportaje sobre la «Sala de Guerra Hasbará» de la Universidad de Herzliya, un lugar donde 400 estudiantes voluntarios están librando una batalla propagandística en Internet [Hasbará, «explicación, esclarecimiento», es un término utilizado por el Estado de Israel y por grupos independientes para describir sus esfuerzos por explicar las políticas del Gobierno israelí […]

Los tres periodistas de Al Jazeera condenados en Egipto. De izquierda a derecha, Peter Greste, Mohamed Fahmy y Baher Mohammed. Foto: Heba Elkholy / El Shorouk

«La única razón por la que estos tres hombres están en prisión es que a las autoridades egipcias no les gusta lo que dicen. Son presos de conciencia y deben ser puestos en libertad de forma inmediata y sin condiciones. En el Egipto actual cualquiera que se atreve a desafiar el discurso oficial del Estado se convierte en un objetivo legítimo». El comunicado hecho público por Amnistía Internacional tras las condenas en Egipto a tres periodistas del canal en inglés de Al Jazeera resume bastante bien lo ocurrido. Todo el proceso ha sido, en palabras de esta organización, «un auténtico fraude».

Un tribunal egipcio sentenció este lunes a entre siete y diez años de cárcel a tres periodistas del canal catarí por «difundir noticias falsas sobre Egipto» y «colaborar con los Hermanos Musulmanes». El corresponsal australiano Peter Greste y el egipcio con pasaporte canadiense Mohamed Fahmy recibieron una pena de siete años de prisión. El egipcio Baher Mohamed fue condenado en total a diez años, siete por los mismos cargos que sus compañeros y otros tres porque llevaba encima una bala (recogida como souvenir durante una manifestación) en el momento de su detención. La corte condenó asimismo a diez años de cárcel a otras doce personas (varios periodistas de Al Jazeera también entre ellas), que han sido juzgadas en ausencia.

Este fin de semana, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, quien ha calificado el veredicto de «draconiano», discutió el caso en El Cairo con el presidente egipcio, Abdul Fatah al Sisi. Kerry también confirmó, de todos modos, que la ayuda militar estadounidense seguirá fluyendo, ahora que Al Sisi ya no es un militar golpista, sino un respetable presidente electo, y por mucho que haya que torcer la cara ante sentencias como ésta, o como las que han condenado recientemente a muerte a centenares de seguidores de los Hermanos Musulmanes, su líder incluido.

Desde que, siguiendo en parte los intereses del Gobierno de Catar, Al Jazeera apoyó al gobierno islamista del derrocado Mohamed Mursi, el nuevo régimen egipcio no le ha dado tregua. La cadena, cuyas oficinas en El Cairo fueron cerradas por las autoridades, ha sido acusada de respaldar a los Hermanos Musulmanes –declarados grupo terrorista– y de difundir informaciones que «tergiversan la realidad de Egipto».

Como señala a El País Ahmed Hammad, profesor de Comunicación en la Universidad Al Azhar de El Cairo, «es cierto que Al Jazeera tiene un sesgo favorable a la Hermandad. Pero en Egipto no hay medios imparciales. Actualmente, tanto los públicos como los privados apoyan firmemente al gobierno, y no hay espacio para voces disidentes».

Las condenas a los periodistas de Al Jazeera y, en general, todo el proceso judicial, han levantado duras críticas de organizaciones de derechos humanos y de colectivos de periodistas, que han convocado numerosas protestas para apoyar a los acusados y pedir su puesta en libertad. Gobiernos como los de Australia, el Reino Unido o Estados Unidos han exigido asimismo que se revisen las sentencias, apelando en algunos casos al presidente Al Sisi.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, también se sumó a las peticiones de que los periodistas sean puestos en libertad, y declaró sentirse «consternada y alarmada»: «Estoy especialmente preocupada por el papel del sistema judicial en esta represión», indicó.

«Esto es lo que pasa cuando se silencia a los periodistas». Página en blanco pagada por Al Jazeera en The New York Times

Los periodistas sentenciados, que fueron detenidos el pasado mes de diciembre, aseguran que tan solo estaban haciendo su trabajo, y que son víctimas de la lucha política existente en Egipto. Durante los cinco meses que ha durado el juicio, los fiscales no han presentado ni una sola prueba sólida en su contra, a menos que cuenten como tales fragmentos de vídeos de otras cadenas de televisión que el propio juez consideró irrelevantes, un reportaje para la BBC sobre Somalia elaborado por Greste en 2011, un informativo realizado cuando ninguno de los condenados se encontraba en Egipto o incluso un vídeo musical de una cantante australiana.

«El periodismo no es un crimen. Si lo fuese, estaríais todos tras la rejas, así de simple. Nuestro hijo Peter es un periodista galardonado, no un criminal», dijo este lunes a los reporteros en Australia el padre de Peter Greste.

Uno de los responsables de Al Jazeera en inglés, Al Anstey, calificó las sentencias de «ilógicas, sin sentido y completamente injustas»: «Hoy han sido condenados tres colegas y amigos, que van a continuar encerrados en prisión por hacer un brillante trabajo y ser unos brillantes periodistas, ‘culpables’ de cubrir historias con un gran talento e integridad, ‘culpables’ de defender el derecho de la gente a saber qué está pasando en el mundo».


Más información y fuentes:
» Dark day for media freedom as Al Jazeera journalists convicted (Aministía Internacional)
» Outcry after Egypt sentences 3 reporters to prison (AP)
» Outrage as Egypt jails Al Jazeera staff (Al Jazeera)
» Condenan a entre 7 y 10 años de cárcel a periodistas de Al Yazira en Egipto (Efe)
» La ONU consternada por la condena en Egipto a tres periodistas de Al Yazira (Efe)
»Egypt trial: Journalists to protest over al-Jazeera trio (BBC)
» Condenados tres periodistas de Al Jazeera en Egipto (Guerra Eterna)
» More Egyptian Injustice (Editorial en The New York Times)
» No journalist’s report could damage Egypt as much as the Al-Jazeera verdict (Jess Hill, en The Guardian)
» Las cosas claras (Imane Rachidi , en M’Sur)
» La guerra entre Egipto y Al Yazira (El País)
» Beyond Al Jazeera: Egypt’s chilling verdict on media freedom (Aidan White, en OpenDemocracy)
» La justicia egipcia confirma la horca para 183 islamistas (Efe)

Egipto: cuando el periodismo es un crimen

«La única razón por la que estos tres hombres están en prisión es que a las autoridades egipcias no les gusta lo que dicen. Son presos de conciencia y deben ser puestos en libertad de forma inmediata y sin condiciones…. Leer

Manifestación en Turquía en el Día Mundial de la Libertad de Prensa, en 2013. Foto: Amnistía Internacional

Más de la mitad de todos los periodistas encarcelados actualmente en el mundo se encuentran en prisiones de Turquía, Irán y China, y Turquía ostenta, por segundo año consecutivo, el triste récord de ser el país con más profesionales de la información en la cárcel, con un total de 40. En Irán son 35 y en China, 32. Son datos del informe anual correspondiente a 2013 presentado este miércoles en Nueva York por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés).

El informe muestra una caída del número global de reporteros detenidos  (211 en 2013, frente a los 232 de 2012), y destaca que en América Latina no hay ningún periodista encarcelado. El único registrado en todo el continente americano se encuentra en Estados Unidos.

Tras Turquía, Irán y China, la lista de países con más periodistas encarcelados está encabezada por Eritrea, Vietnam, Siria, Azerbaiyán, Etiopía, Egipto y Uzbekistán. Es decir, cuatro de los diez primeros son países de Oriente Medio.

«Si ya resulta perturbador observar un aumento de la cifra de periodistas encarcelados en países como Vietnam y Egipto, es escandaloso que Turquía sea por segundo año consecutivo el país con mayor cantidad de periodistas presos», declaró Joel Simon, director ejecutivo del CPJ.

Varios factores contribuyen al hecho de que Turquía, una democracia, miembro de la OTAN, aliado clave de EE UU y aspirante a ingresar en la Unión Europea, tenga más periodistas encarcelados que ningún otro país.

Por un lado, y como consecuencia del largo conflicto con el independentismo kurdo, Turquía tiene una legislación muy amplia para combatir el terrorismo, que el Gobierno usa a menudo para juzgar a periodistas que son críticos con el Ejecutivo. Muchos periodistas han sido procesados por el mero hecho de informar sobre actividades de grupos armados kurdos. Por otra parte, muchos profesionales de la información han sido encarcelados también en los últimos años por denuncias de conspiración contra el Gobierno por parte de los adversarios secularistas de Erdoğan.

Según denuncia el CPJ, los procesos a los periodistas turcos son una forma de presión del Gobierno sobre la prensa, «en una nación con una inclinación cada vez más autoritaria». No obstante, el informe de este año refleja asimismo un pequeño descenso en el número de periodistas presos, de 49 a 40, ya que algunos profesionales fueron puestos en libertad mientras esperaban juicio, y otros quedaron libres en atención al tiempo de cárcel cumplido durante las largas detenciones previas a sus juicios.

Muchos de los periodistas liberados en Turquía desde octubre de 2012 se encuentran todavía procesados. Uno de ellos, Nedim Sener, se enfrenta a hasta 15 años de cárcel, acusado de apoyar el supuesto complot terrorista relacionado con la red Ergenekon.

Tras la publicación del informe anual, la coordinadora del CPJ para Europa y Asia Central, Nina Ognianova, señaló que «en los últimos años, Turquía ha pasado de ser una esperanza a ser una preocupación en la región, con un espacio cada vez más reducido para la libertad de expresión». «Turquía se encuentra ahora en una encrucijada, y no es aún demasiado tarde para poder elegir entre el camino del autoritarismo y la censura, o el de la democracia y la tolerancia. Puede comenzar liberando a los 40 periodistas que permanecen en sus cárceles», añadió.

Periodistas encarcelados en el mundo, año a año. Gráfico: CPJ
Periodistas encarcelados en el mundo, año a año. Gráfico: CPJ

En cuanto a Irán, la cantidad de periodistas presos también ha descendido ligeramente, de 45 a 35, en este caso debido a que algunas sentencias caducaron y a que el Gobierno ha continuado aplicando una política de excarcelaciones temporales para algunos de los detenidos, quienes, sin embargo, no saben si tendrán que regresar a la cárcel o no, o cuándo lo harán. En cualquier caso, el CPJ denuncia que las autoridades iraníes continúan realizando arrestos y condenando a largas penas de cárcel a periodistas reformistas y miembros de minorías, a pesar de la elección en junio de un nuevo presidente, Hasan Rohaní.

En Egipto, donde no había ningún periodista en prisión en 2012, las autoridades encarcelaron en 2013 a un total de cinco profesionales. Tras el golpe de Estado que derrocó al presidente Mursi el 3 de julio de 2013, el nuevo ejecutivo instalado con el apoyo de las Fuerzas Armadas detuvo a decenas de periodistas nacionales y extranjeros, en particular a aquellos críticos del nuevo gobierno o con simpatías hacia Mursi y los Hermanos Musulmanes. Posteriormente, la mayoría fueron liberados.

Un caso particular es Siria, donde el número de periodistas encarcelados por el régimen del presidente Bashar al Asad bajó de 15 a 12 con respecto a 2012, aunque el informe no contabiliza a los 30 reporteros desaparecidos en el país, que en su mayoría se cree fueron secuestrados por grupos armados de la oposición. Entre ellos hay tres españoles: el enviado especial de El Mundo Javier Espinosa, el fotógrafo frelance Ricardo García Vilanova, y el redactor de El Periódico Marc Marginedas.


Más información y fuentes:
» La cifra de periodistas presos en el mundo registra su segundo peor año (CPJ)
» Listado de periodistas encarcelados en el mundo en 2013, país por país y caso por caso

Turquía vuelve a ser el país con más periodistas en prisión

Más de la mitad de todos los periodistas encarcelados actualmente en el mundo se encuentran en prisiones de Turquía, Irán y China, y Turquía ostenta, por segundo año consecutivo, el triste récord de ser el país con más profesionales de… Leer

Periodistas detenidos en Irán. Fotos: Reporteros Sin Fronteras

Al menos 16 periodistas han sido detenidos en Irán en los últimos días, acusados por el Ministerio de Información iraní de colaborar con medios de comunicación extranjeros en persa, a los que califica de «antirrevolucionarios». Varios más han recibido citaciones para comparecer próximamente ante los tribunales. Los arrestados trabajan para los diarios reformistas Arman, Bahar, Etemaad y Shargh, para el semanario Aseman, y para la agencia ILNA. Aunque no se puedan considerar disidentes, todos estos medios son críticos con el Gobierno e informan, entre otras cosas, de las dificultades de la economía bajo las sanciones que Occidente ha impuesto a Irán por su programa nuclear.

La oleada de detenciones ha despertado la indignación de la comunidad internacional y de organizaciones en defensa de los derechos humanos, como Amnistía Internacional y Reporteros Sin Fronteras. «Irán es una de las mayores cárceles del mundo para periodistas», afirmó Reza Moini, responsable de RSF en el país.

El temor es que la censura y la represión vayan a más, ya que el próximo mes de junio se celebran elecciones presidenciales en la República Islámica. «Desde principios de año –informa Ángeles Espinosa en El País– agentes de los servicios secretos o miembros de la Guardia Revolucionaria han estado interrogando a periodistas sobre los próximos comicios, el candidato al que piensan respaldar, o su opinión sobre un reciente discurso en el que el líder supremo pidió que dejaran de pedir elecciones libres porque “desde el principio de la República Islámica, las elecciones siempre han sido libres”».

«Treinta y cuatro años después de que el fundador de la República Islámica, el ayatolá Jomeini, regresase de Francia, y en contra de sus propias promesas de respetar las libertades fundamentales, Irán es actualmente una de las mayores prisiones del mundo para periodistas, con un total de 62 informadores detenidos», indica el secretario general de Reporteros Sin Fronteras, Christophe Deloire. «El sucesor de Jomeini como líder supremo, Ali Jamenei, ha llevado más allá la guerra contra los periodistas y la demonización de la prensa extranjera y de los medios de comunicación. Los periodistas e intelectuales iraníes llevan 34 años siendo acusados de ser espías a sueldo de los gobiernos occidentales, con cargos que nunca han sido probados en juicios justos. El sistema de justicia en Irán no es más que una herramienta al servicio del líder supremo, que es quien elige a su jefe, para machacar cualquier esperanza de una mayor libertad», añade.

Según han informado medios de comunicación iraníes, las fuerzas de seguridad irrumpieron el pasado fin de semana en las oficinas de varias publicaciones con sede en Teherán. El domingo, varios periodistas fueron detenidos en cinco redadas llevadas a cabo simultáneamente, mientras que otros dos fueron detenidos el sábado. Agentes de seguridad registraron y grabaron las instalaciones. También registraron los domicilios de algunos de los periodistas. A algunos les confiscaron los teléfonos y las acreditaciones de prensa. Amnistía Internacional informa de que los profesionales detenidos el domingo han sido trasladados a un lugar desconocido, mientras que los dos detenidos el sábado habrían sido llevados a la prisión de Evín.

Las últimas detenciones, añade AI, se producen tras el regreso a prisión de Mohammad Sadiq Kaboudvand, quien el viernes fue devuelto a la cárcel de Evín, después de que en diciembre de 2012 se le hubiese concedido un permiso de salida para recibir tratamiento médico. Kaboudvand, cuyo estado de salud es precario, cumple una pena de diez años y medio que se le impuso, según la ONG, por su labor periodística y en favor de los derechos humanos. Era la primera vez que se le concedía un permiso de salida desde su detención en 2007.

El miércoles, el Ministerio de Inteligencia de Irán vinculó a varios de los periodistas detenidos con la radiotelevisión británica BBC, y aseguró que había desmantelado la mayor red relacionada con medios extranjeros para bloquear la «infiltración enemiga». Según una nota difundida por la agencia oficial iraní, IRNA, y recogida por Efe, el Ministerio  señaló que, en su «campaña contra la injerencia de los poderes amenazantes y perversos», había logrado «identificar y detener a periodistas que colaboraban con la máquina de propaganda de la BBC».

IRNA, que denomina al Gobierno británico «el viejo zorro», acusa a la BBC de haber difundido recientemente varios reportajes «controvertidos» con el fin de desprestigiar al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, y al Banco Central Iraní.

Mohammad Hosseini, ministro iraní de Cultura y Orientación Islámica, afirmó por su parte que las últimas detenciones de periodistas «no tienen nada que ver con su trabajo». Sin embargo, la semana pasada el fiscal general, Gholamhossein Mohseni Ejei, pareció advertir de las redadas al afirmar que «mañana, si cualquiera de estas personas es detenida por cometer un acto delictivo, chillaréis y gritaréis, sin tener ni idea de que esa persona era el portavoz del enemigo».


Más información y fuentes:
» Informe de Reporteros Sin Fronteras (incluye la lista completa de los periodistas detenidos y los medios para los que trabajan)
» Informe de Amnistía Internacional
» Entrevista a Reza Moini, responsable en Irán de Reporteros Sin Fronteras (Euronews)
» Irán reprime a los periodistas (Ángeles Espinosa, en El País)

Irán prepara las elecciones deteniendo periodistas

Al menos 16 periodistas han sido detenidos en Irán en los últimos días, acusados por el Ministerio de Información iraní de colaborar con medios de comunicación extranjeros en persa, a los que califica de «antirrevolucionarios». Varios más han recibido citaciones… Leer

La periodista estadounidense Marie Colvin y el fotógrafo francés Rémi Ochlik han muerto este miércoles durante un bombardeo sobre el barrio de Baba Amro, en la ciudad siria de Homs, mientras que otros tres informadores resultaron heridos, uno de ellos de gravedad, según informaron activistas sirios.

Colvin trabajaba para el dominical Sunday Times; Ochlik, para la revista Paris Match.

Los heridos, que se encontraban junto a los fallecidos, son la periodista francesa del diario Le Figaro Edith Bouvier (en estado grave), el informador gráfico británico Paul Conroy, el también francés William Daniel y un fotógrafo sirio cuya identidad no se especificó.

Más información, aquí.

Marie Colvin y Rémi Ochlik, otros dos periodistas muertos en Siria

La periodista estadounidense Marie Colvin y el fotógrafo francés Rémi Ochlik han muerto este miércoles durante un bombardeo sobre el barrio de Baba Amro, en la ciudad siria de Homs, mientras que otros tres informadores resultaron heridos, uno de ellos… Leer

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) presentó este martes en El Cairo su informe anual sobre los ataques a la profesión en todo el planeta. Al margen de la trágica cifra de informadores muertos en el ejercicio de su profesión (46 en 2011), el informe destaca dos cosas: un aumento general de la censura gubernamental y un incremento de las amenazas a los periodistas mediante el uso de las nuevas tecnologías.

El peor país para ejercer el oficio sigue siendo Pakistán (por segundo año consecutivo), con siete asesinatos en total, pero la situación ha empeorado especialmente en Oriente Medio, donde al menos 19 periodistas murieron el año pasado desempeñando su labor, frente a los seis fallecidos en 2010. Es decir, trece más.

El Comité denuncia que las autoridades han ejercido, o han tratado de ejercer, un control de la información en las revueltas populares de los países árabes, tanto sobre los medios de comunicación tradicionales como sobre los surgidos a partir de las nuevas tecnologías (redes sociales y móviles, principalmente). Un ejemplo, los cortes de Internet y de telefonía móvil durante la revolución egipcia que obligó finalmente a renunciar al presidente Hosni Mubarak en febrero de 2011.

Irán ostenta el récord de detenciones, con 42 periodistas presos, debido, según señala el CPJ, a la campaña de intimidación contra la prensa que comenzó hace más de dos años tras las elecciones presidenciales.

En Siria, donde, en un clima ya de práctica guerra civil, continúa la represión del régimen de Bashar Al Asad contra la rebelión, al menos cuatro periodistas han perdido la vida desde comienzos de 2012.

Según indica el informe del CPJ, las autoridades sirias han reclutado técnicos informáticos para espiar los correos electrónicos de los informadores de la oposición, atacar páginas web y «controlar la difusión de todo tipo de datos». Además, un grupo de ‘expertos’, conocido como el Ejército Electrónico Sirio, «tortura a los periodistas para obtener las contraseñas de sus cuentas en redes sociales como Facebook, y acceder así a su información personal y a la de otros contactos», según indicó el subdirector del CPJ, Robert Mahoney, a la agencia Efe.

Las amenazas a los periodistas, añade Mahoney, también pueden llegar «a través de llamadas telefónicas, correos electrónicos o, de forma más gráfica, introduciendo una bala en un sobre».

La buena noticia, al menos, es que, según el CPJ, Irak lidera la lista de los países que menos combaten a los periodistas.


» Información detallada y actualizada de la situación de los periodistas en Oriente Medio, país por país
» Fotos sobre la libertad de prensa en el mundo en 2011

La bala en el sobre

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) presentó este martes en El Cairo su informe anual sobre los ataques a la profesión en todo el planeta. Al margen de la trágica cifra de… Leer

Anthony Shadid. Foto: Terissa Schor / Flickr (CC)

The first or second morning after the invasion, I was so tired and I had spent so many years at the AP, learning the rules of keeping your distance from the story, and I said to myself, I’m just going to write it the way I feel it. From then on, I kind of just did that. I think you have to care about these stories to do them justice. And I did care about it. I care about the Middle East. You have to be careful and still there are certain rules you have to follow. But I think there’s enough gray there that you can kind of get away with being a little more interpretive. It’s not easy. What’s so rewarding about the reporting in Egypt, the reporting in Iraq is, if you just tell peoples’ stories, then they become the vehicles for these sentiments, these emotions. It becomes much more real in a certain way. Also much more honest.

Anthony Shadid, en una entrevista en Columbia Journalism Review

Anthony Shadid (1968 – 2012)

“The first or second morning after the invasion, I was so tired and I had spent so many years at the AP, learning the rules of keeping your distance from the story, and I said to myself, I’m just going to write it the way I feel it. From then on, I kind of just did that. I think you have to care about these stories to do them justice. And I did care about […]

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