Construcciones levantadas aún con ladrillos de adobe, una agricultura preindustrial, técnicas ancestrales de tejido, el río como elemento central de la cultura y la sociedad… Cuando hace casi cien años Harry Burton –«el fotógrafo de los faraones»–, y Albert Lythgoe, fundador del Departamento de Arte Egipcio del Museo Metropolitano de Nueva York (MET), filmaron la película Vida cotidiana en Egipto (sobre estas líneas), el Valle del Nilo, eminentemente rural y con una población mucho menor que la actual, ofrecía un aspecto que para muchos viajeros occidentales debía de parecerse mucho a lo que habrían esperado encontrar en el Egipto faraónico.
Publicado originalmente en 1925 y rescatado recientemente con motivo del 150 aniversario del MET, el cortometraje fue una de las primeras películas realizadas por el Museo. Pese a lo forzadas que a ojos de hoy resultan las comparaciones entre el Egipto de principios del siglo XX y el de hace 3.500 años, y a pesar también de que apenas se muestra el legado de siglos de islamización y arabización que constituye la esencia contemporánea del país, la extraordinaria nitidez de las imágenes hacen que siga siendo un documento fascinante.
No menos interesante es, también, la vida del propio Harry Burton, el autor, junto con Lythgoe, de la película.
En 1914 Burton, un egiptólogo y fotógrafo británico que llevaba cuatro años trabajando en el Valle de los Reyes (dirigió, entre otras, excavaciones en la tumba de Ramsés II), fue contratado como miembro de la Sección Gráfica del MET para registrar las distintas excavaciones que estaba llevando a cabo el Museo en Egipto.
Como cuentan en un ensayo sobre su figura Catharine H. Roehrig y Malcolm Daniel, de los departamentos de Arte Egipcio y Fotografía, respectivamente, del MET, la labor de Burton consistía en tomar imágenes de la evolución de los trabajos y del interior de las tumbas, documentando además todo lo que se iba descubriendo. Pronto se ganó la reputación de ser el mejor fotógrafo arqueológico de su tiempo.
No es de extrañar, por tanto, que Howard Carter solicitase sus servicios al Metropolitan en cuanto descubrió la tumba de Tutankamón, en 1922. Las increíbles fotos que hizo Burton en el interior del sepulcro han quedado para la historia.
Entre 1914 y su muerte (en Egipto) en 1940, Burton produjo e imprimió más de 14.000 negativos de vidrio, la mayoría de los cuales se encuentran en los archivos del Museo neoyorquino. Es el gran tesoro del MET para los egiptólogos, un registro de valor incalculable para arqueólogos e historiadores y, a menudo, una extraordinaria propuesta estética, ya que, pese a que su misión era fundamentalmente documental, Burton solía configurar su cámara y las luces que empleaba con un sentido marcadamente artístico y muy evocador.
El salto al cine
Con la idea de que el uso de las últimas tecnologías podría ser de utilidad a la hora de presentar al público sus excavaciones, el Museo compró en 1921 una cámara de cine que llegaría a Luxor un año después. Según señalan Roehrig y Daniel, Burton aprendió a utilizar la cámara por sí mismo y, en 1924, viajó a Hollywood para estudiar el modo en que los grandes estudios resolvían los problemas de iluminación (ese año se estrenó, por ejemplo, El ladrón de Bagdad, de Raoul Walsh, con Douglas Fairbanks).
Por recomendación de Burton, el MET acabó comprando dos lámparas de arco, que resultaron muy útiles para fotografiar el interior de las tumbas, al menos, cuando se podía encontrar una fuente fiable de electricidad. No obstante, Burton filmó la mayor parte de su material al aire libre, bajo la cegadora luz del sol del desierto, y en unas condiciones en las que de poco le sirvió lo que había aprendido en Hollywood.
Mientras, Albert Lythgoe, el responsable del Departamento de Arte Egipcio del MET, había decidido que, además del archivo puramente arqueológico, las escenas de la vida cotidiana en Egipto serían igualmente valiosas, tanto para las conferencias que organizaba el Museo en Estados Unidos, como para su fondo gráfico.
Al igual que Burton, Lythgoe aprendió a usar las cámaras de cine y, entre 1922 y 1925, ambos grabaron más de 13 horas de película en Egipto. Entre ellas, el documental que ahora rescata el Museo, un siglo después.
Más información:
» Daily Life in Egypt: Ancient and Modern, 1925 (MET, vídeo)
» Harry Burton (1879–1940): The Pharaoh’s Photographer (MET)
» Tutankhamun: Anatomy of an Excavation, The Howard Carter Archives: Photographs by Harry Burton (The Griffith Institute)
» Photographing Tutankhamun: How the Camera Helped Create “King Tut” (Harvard Museum of the Ancient Near East, vídeo)
» Albert Lythgoe (Wikipedia)
Archivado en: Cultura y Sociedad
Más sobre: Antiguo Egipto, arqueología, Egipto, Harry Burton, Howard Carter, MET, Nilo, películas antiguas