Foto: Morteza Soorani / Iranian Living Room (Fabrica)
«En esta sala de estar, literal y metafórica, tenemos el privilegio de descubrir múltiples interpretaciones de la realidad iraní: diferencias y similitudes culturales, soledad y sociabilidad, relajación y emoción, vestirse para la vida interior frente a vestirse para la calle, los ritmos de la ceremonia religiosa y los patrones de la vida diaria».
Así presentan sus editores el libro de fotografías Iranian Living Room (la sala de estar iraní), un proyecto en el que 15 jóvenes fotógrafos iraníes muestran, a través de imagenes cotidianas, una cara de su país a la que rara vez se tiene acceso en Occidente.
Publicado en 2013 por Fabrica, un centro privado educativo italiano especializado en comunicación y perteneciente al grupo Benetton, el libro combina la gran calidad e interés de las fotografías en sí mismas con el atractivo que supone siempre, en cualquier cultura, la posibilidad de asomarse por un instante a la intimidad de otras vidas.
Pero, más allá de su lado más voyeur, el objetivo del libro es muy claro: «Mientras que, por lo general, la vida en la calle de países como Irán es presentada por los medios internacionales como extraña e inhibida, detrás de las puertas cerradas la cámara captura otra vida que resulta inmediatamente reconocible en toda su ilimitada riqueza. […] Estas viñetas han sido enmarcadas por jóvenes fotógrafos que, a través de sus historias, pueden ayudar a cambiar el relato que solemos hacer».
Como explica el director ejecutivo de Fabrica, Dan Hill, a la revistaDezeen, «normalmente solo vemos Irán a través de las cámaras de la CNN o la BBC, y se trata, invariablemente, de protestas en la calle o de elecciones. Pero, por supuesto, en Teherán, como en el resto de las ciudades, las conversaciones sobre estos asuntos tienen lugar en las salas de estar, en los espacios domésticos privados. Y en esas habitaciones la gente no está a un millón de kilometros de donde estamos nosotros. La idea es muy simple: mostrar a alguien dormido frente a la tele, cocinando… En definitiva, poner de relieve la cara de Irán que la gente no ve».
Foto: Ali Tajik / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Ali Tajik / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Hamed Ilkhan / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Mashid Mahboubifar / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Mashid Mahboubifar / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Mashid Mahboubifar / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Majid Farahani / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Majid Farahani / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Majid Farahani / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Mohammad Mahdi Amya / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Morteza Soorani / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Nazanin Tabatabaei / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Negar Sadvand / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Negar Sadvand / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Negar Sadvand / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Negar Sadvand / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Saina Golzar / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Sina Shiri / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Sina Shiri / Iranian Living Room (Fabrica)
Foto: Morteza Soorani / Iranian Living Room (Fabrica)
Esa intención de tender puentes, sin embargo, chocó con un contexto en el que Irán estaba aún bajo estrictas sanciones económicas por su programa nuclear, y también con la cerrazón de quienes prefieren seguir viviendo en un mundo donde todo es blanco o negro.
Cuando, hace ya tres años, el libro se puso a la venta en Internet, la compañía de pagos online PayPal (la misma que desactivó las donaciones a Wikileaks en 2010 tras la publicación por parte de la organización de Julian Assange de los cables diplomáticos de EE UU) añadió Iranian Living Room a su lista negra de productos vetados, impidiendo así a sus clientes adquirir el libro.
Por increíble que parezca, y según contó el propio Dan Hill en su blog, la razón aducida por PayPal fue la presencia de la palabra «iraní» en el título. De acuerdo con las explicaciones que posteriormente ofreció la compañía, existía «un conflicto» con las sanciones impuestas a Irán.
Días después, y tras una catarata de protestas, tanto en el blog de Hill como en su cuenta de Twitter, PayPal recitificó, atribuyó el «error» a sus algoritmos informáticos, e incluyó el libro en su catálogo.
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Foto: Tanya Habjouqa, de su serie ‘Occupied Pleasures’
Recuperar el humor y la alegría presentes en las vidas de los palestinos, su sentido lúdico y su capacidad de divertirse a pesar de los tremendos obstáculos. Eso es lo que se ha propuesto la fotógrafa Tanya Habjouqa, y así lo refleja en su serie Occupied Pleasures: «Quiero que la gente mire a estas personas más allá del completo estereotipo al que han sido reducidas, que las miren, y se rían, y piensen», dice.
Foto: Tanya Habjouqa, de su serie ‘Occupied Pleasures’
Foto: Tanya Habjouqa, de su serie ‘Occupied Pleasures’
Foto: Tanya Habjouqa, de su serie ‘Occupied Pleasures’
Foto: Tanya Habjouqa, de su serie ‘Occupied Pleasures’
Foto: Tanya Habjouqa, de su serie ‘Occupied Pleasures’
Habjouqa, nacida en Jordania y criada en Estados Unidos, comenzó esta serie de fotografías cuando vivía en Jerusalén Este con su marido, un abogado palestino especializado en derechos humanos. Tras recibir una beca de la Fundación Magnum a principios de 2013, Habjouqa pudo dedicarse por entero al proyecto, que concluyó el pasado mes de octubre.
En la presentación de la serie en su página web, Habjouqa escribe: «Más de cuatro millones de palestinos viven en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, donde la situación política invade constantemente los momentos más mundanos. La movilidad está restringida y la amenaza de la violencia es frecuente. Esto da lugar a un gran deseo por los placeres más pequeños, y a un afilado sentido del humor sobre las situaciones absurdas que produce una ocupación que dura ya 47 años».
Recuperar el humor y la alegría presentes en las vidas de los palestinos, su sentido lúdico y su capacidad de divertirse a pesar de los tremendos obstáculos. Eso es lo que se ha propuesto la fotógrafa Tanya Habjouqa, y así… Leer
Jowhara Alsaud, ‘Golden’, 2010. De su serie ‘Out of Line’
FotoFest, la prestigiosa bienal internacional de Houston dedicada al arte relacionado con la fotografía, acaba de inaugurar su edición de 2014 con la mayor representación de arte árabe contemporáneo celebrada en Estados Unidos en más de una década.
En palabras de Fred Baldwin, cofundador de FotoFest, con esta exposición «reconocemos no solo a nuestra propia comunidad árabe [en Estados Unidos], sino también a las comunidades de los países de Oriente Medio y el Norte de África que hemos traído hasta aquí. Es una celebración».
En esta entrada, algunas de las imágenes que pueden verse en la exposición, abierta al público hasta el próximo 27 de abril.
Sama Alshaibi, 'After the Vote'. De su serie 'Between Two Rivers'
FotoFest, la prestigiosa bienal internacional de Houston dedicada al arte relacionado con la fotografía, acaba de inaugurar su edición de 2014 con la mayor representación de arte árabe contemporáneo celebrada en Estados Unidos en más de una década. La muestra,… Leer
La artista iraní Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
«Mi intención no es trasladar mi inspiración religiosa al espectador. Mis sentimientos religiosos revelan, en mi trabajo, mis sentimientos más profundos, pero se trata de algo muy personal. Me encanta que los espectadores admiren mi obra, y espero que la vean como un ejemplo de arte contemporáneo. Lo que intento mostrar es que mi inspiración artística es parte de la rica herencia del dorado tesoro cultural de Oriente Medio».
La cita es de Azra Aghighi Bakhshayeshi, una artista iraní (Qom, 1968) que, según explica ella misma en la página web de la galería Kashya Hilderbrand, donde puede verse una muestra de su trabajo, es actualmente la única mujer dedicada profesionalmente al arte de la caligrafía en su país: «Existen más de 1.500 mujeres caligrafistas en Irán, pero, por desgracia, soy la única que se dedica profesionalmente a este arte. No digo que mi trabajo sea único, pero sí puedo decir que soy la primera mujer en mi país que utiliza la caligrafía conceptual como una forma de arte».
Su obra tiene más que ver con sentir que con comprender: «Lo que pretendo es que los espectadores vean, no que lean las letras. Esta escritura es como un susurro en mi mente, sin mucho significado, como una meditación. A veces pueden ser poesías, otras veces oraciones o una simple conversación. No pretendo transmitir espiritualidad. Hablar solo un idioma crea una barrera con el espectador que no habla ese idioma. Yo espero llegar a un público más amplio, y que mi arte pueda ser un mensaje universal».
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
La artista iraní Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
La artista iraní Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
Obra de Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
La artista iraní Azra Aghighi Bakhshayeshi. Foto: Kashya Hildebrand Gallery
«Mi intención no es trasladar mi inspiración religiosa al espectador. Mis sentimientos religiosos revelan, en mi trabajo, mis sentimientos más profundos, pero se trata de algo muy personal. Me encanta que los espectadores admiren mi obra, y espero que la… Leer
Adén, en el ‘Civitates orbis terrarum’, vol. I (1572)
Si el clérigo aleman Georg Braun hubiese nacido cuatro siglos después, o si alguien le hubiera proporcionado una máquina del tiempo, es muy probable que nada de nuestra época le hubiese fascinado tanto como Internet. Las infinitas posibilidades que ofrece la Red a quienes quieran asomarse al mundo sin salir de casa le habrían dejado con la boca abierta. Toda la Tierra a un simple clic. O, como él mismo intentó crear hace 450 años, el planeta en un gran libro, un atlas-ventana no solo de mapas, sino también de imágenes, que ocupó buena parte de la vida de este canónigo de la catedral de Colonia, en una era extasiada por los descubrimientos, pero sin fotografías con las que alimentar la imaginación.
El Civitates Orbis Terrarum fue, como explica Wikipedia (ese otro gran atlas del conocimiento humano), un proyecto concebido como un complemento al atlas del mundo Theatrum Orbis Terrarum, elaborado por el geógrafo y cartógrafo flamenco Abraham Ortelius en el año 1570. A lo largo de sus sucesivas ediciones, el Civitates llegó a convertirse en la más completa colección de vistas panorámicas, planos y comentarios textuales de ciudades (543 ilustraciones en total) publicada en la Edad Moderna.
Braun fue el principal impulsor y el coordinador general de la obra, en cuya elaboración participó un amplísimo equipo formado por dibujantes, informantes y colaboradores de todo tipo. Los dibujos originales fueron realizados por varios autores, entre los que destaca Joris Hoefnagel (conocido también como Georg Hoefnagel o Hufnagel), artista flamenco que recorrió numerosos países para componer sus vistas. El grabador Franz Hogenberg fue el encargado de realizar la mayor parte de las planchas para la estampación.
Los textos en latín que acompañan a las imágenes, la mayoría redactados por el propio Braun, son de carácter descriptivo y aluden a la historia, la geografía y los aspectos sociales y económicos de cada ciudad. Braun se encargó también de adquirir los mapas que servirían de fuente a los grabados y de contratar a los artistas.
La obra se publicó en seis volúmenes, que aparecieron en los años 1572, 1575, 1581, 1588, 1598 y 1617. Braun, que murió octogenario en 1622, fue el único miembro del equipo original que llegó a ver publicado el sexto y último tomo. Después, el Civitates sería reimpreso y reeditado en numerosas ocasiones en varios países, y actualmente, como en ese viaje en el tiempo que no pudo hacer el canónigo alemán, pero a la inversa, podemos encontrar la mayor parte en Internet. La Universidad de Sevilla, por ejemplo, tiene digitalizados en alta resolución los libros primero, cuarto y quinto. Y en la web Historic Cities, un proyecto de la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Biblioteca Nacional y Universitaria Judía, podemos ver hasta 330 ilustraciones de ciudades incluidas en los seis tomos. Algunas imágenes ya han sido añadidas incluso a Google Earth.
Los siguientes extractos pertenecen a un interesante artículo sobre el Civitates Orbis Terrarum publicado en la revista digital Pax Celtíbera:
Por primera vez, esa especie de reciente aparición, el lector, se encontraba frente a un intento de presentarle de manera sistemática la mayor parte de las ciudades del mundo conocido por los europeos. Estas aparecían tratadas de manera realista, fiel, y no de modo fantasioso o imaginario, y para ello se recurría a un moderno estilo pictórico que hacía uso de las reglas de la perspectiva, recurriendo a una combinación de planos en dos dimensiones, de representaciones tridimensionales y de perspectivas a vista de pájaro. […]
[…] Los dos atlas, tanto el de Ortelius como el de Braun & Hogenberg, respondían a un creciente interés de los europeos por la naturaleza del mundo, si bien el Civitates sería diseñado bajo premisas mucho más populares que el Theatrum, a causa sin duda de la novedad y riesgo editorial que representaba una colección de vistas de ciudades frente al concepto ya establecido, y del que ya existían precedentes famosos, de un atlas del mundo. Este interés por tal tipo de obras puede explicarse tanto por la presencia de una ascendente clase media de cada vez mayor poder adquisitivo como por la creciente asequibilidad de los libros impresos.
Por otra parte, a finales del siglo XVI comenzaba a surgir, o tal vez mejor dicho, a resurgir, un género literario, el de la ‘literatura de viajes’, de enorme atractivo para un público que, alentado por descubrimientos y exploraciones, deseaba ‘viajar’ sin abandonar la comodidad de su hogar. […] Como escribiría Braun en su prefacio al libro tercero: «Qué podría ser más agradable que la lectura de estos libros y la observación de la forma de la Tierra desde la comodidad del propio hogar, ajeno a todo peligro… adornados con el esplendor de ciudades y fortalezas y, mediante la contemplación de estas figuras y la lectura de los textos que las acompañan, adquirir conocimientos que sólo podrían conseguirse, de manera parcial, con el sufrimiento de largas y penosas travesías».
La gran mayoría de las ciudades que conforman el Civitates son, obviamente, europeas (entre ellas, muchas españolas, grandes y pequeñas), pero los autores hicieron un gran esfuerzo por que la obra, teniendo en cuenta las limitaciones de la época, fuera lo más universal posible. Así, y según van avanzando las sucesivas ediciones, vamos viendo también reflejadas las principales urbes de Asia, África y América.
Entre las ciudades de Oriente Medio incluidas se encuentran Adén, Alejandría, Damasco, El Cairo, Estambul, Gallípoli y Ormuz. En el año en que se publicó el primer volumen (1572), todas ellas estaban sometidas al dominio del Imperio Otomano, recién expandido por Solimán el Magnífico.
La lámina correspondiente a Adén (en el encabezamiento de esta entrada), por ejemplo, viene acompañada del siguiente texto:
Adén, famoso centro de comercio en la Arabia Feliz [Península Arábiga], donde se juntan comerciantes de la India, Etiopía y Persia. Adén es una ciudad magnífica, bien fortificada gracias a su localización y su construcción, protegida por murallas y altas montañas, en cuyas cumbres flamean antorchas que muestran a los marinos el puerto. Antiguamente fue una península, pero debido a la actividad humana, ahora está completamente rodeada de agua.
Y en su comentario sobre la ciudad, situada en el actual Yemen, Braun añade:
Todos los que viajan a La Meca vienen aquí, y tan pronto como un barco entra en el puerto, llegan los soldados del sultán y les interrogan para saber de dónde han venido, qué bienes llevan consigo y cuánto tiempo han estado navegando, y luego les confiscan el mástil, las velas y similares. Esto lo hacen para que los barcos no puedan partir sin pagar el peaje.
Alejandría, en el ‘Civitates orbis terrarum’, vol. I (1572)
El Cairo, en el ‘Civitates orbis terrarum’, vol. I (1572)
Damasco, en el ‘Civitates orbis terrarum’, vol. I (1572)
Estambul, en el ‘Civitates orbis terrarum’, vol. I (1572)
Gallípoli, en el ‘Civitates orbis terrarum’, vol. I (1572)
Ormuz, en el ‘Civitates orbis terrarum’, vol. I (1572)
Adén, en el ‘Civitates orbis terrarum’, vol. I (1572)
Si el clérigo aleman Georg Braun hubiese nacido cuatro siglos después, o si alguien le hubiera proporcionado una máquina del tiempo, es muy probable que nada de nuestra época le hubiese fascinado tanto como Internet. Las infinitas posibilidades que ofrece… Leer
Arqueólogos submarinos inspeccionan la colosal estatua de un faraón, hallada cerca de los restos del templo principal de la ciudad sumergida de Heracleion. Foto: Christoph Gerigk / Franck Goddio – Hilti Foundation
Se la tragó el Mediterráneo hace 1.200 años y ahí se quedó, sepultada por la arena del fondo marino, en la bahía de Abu Qir, cerca de Alejandría. La antigua ciudad egipcia de Thonis, llamada Heracleion por los griegos, era prácticamente un mito hasta que sus restos fueron finalmente redescubiertos hace trece años por el arqueólogo francés Franck Goddio, al frente de un equipo del Instituto Europeo de Arqueología Submarina (IEASM), y en colaboración con el Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto.
Los investigadores lograron localizar la ciudad hundida después de cuatro años de búsquedas a través de mediciones geofísicas. Y lo que está emergiendo desde entonces es un auténtico tesoro arqueólogico. Enterrados a unos 10 metros bajo la superficie, y en un magnífico estado de conservación gracias al efecto protector de la arena, los objetos hallados (monedas de distintas procedencias, amuletos, piezas de cerámica, tabletas con textos en varios idiomas, docenas de sarcófagos, estatuas de cinco metros de altura, restos de más de 60 barcos, unas 700 anclas…) están sacando a la luz, poco a poco, la historia de una ciudad que llegó a ser uno de los puertos comerciales más vibrantes del Mediterraneo oriental.
Parte de los objetos recuperados se exhibieron ya en una exposición itinerante (Los tesoros sumergidos de Egipto), que llegó a Madrid en el año 2008. La novedad ahora es que con la información proporcionada por todo este valiosísimo material, de carácter comercial, cotidiano y religioso, se ha producido un documental sobre las excavaciones, que incluye la reconstrucción de la ciudad en un espectacular modelo digital en tres dimensiones. El programa será emitido por el canal Arte de la televisión alemana el próximo 11 de mayo, bajo el título de La ciudad sumergida de Egipto, una leyenda revelada. El documental (y la difusión, sobre todo a través de Internet, de las espectaculares fotografías del yacimiento) han vuelto a asomar estos días a Heracleion a los medios de comunicación.
«Las pruebas arqueológicas son sencillamente abrumadoras», señala el profesor Barry Cunliffe, de la Universidad de Oxford, uno de los arqueólogos que han participado en la excavación. «Debido a que han permanecido intactos y protegidos por la arena del fondo marino durante siglos, los objetos están increíblemente bien conservados».
El misterio sobre qué fue exactamente lo que provocó el hundimiento de Heracleion, sin embargo, permanece. El equipo de Goddio sugiere que los pesados edificios, que se erigían sobre un terreno de arcilla y arena, no soportaron un terremoto. Otras teorías hablan de inundaciones, y de posibles derrumbes combinados con un progresivo aumento del nivel del mar.
Según la opinión de un equipo de técnicos de la universidad estadounidense de Stanford, Heracleion, al igual que otros núcleos urbanos de la misma zona (en concreto, Canopus y una de sus barriadas, llamada Menuthis) fue destruida como consecuencia de una serie de terremotos y maremotos que asolaron las costas egipcias a causa del surgimiento de una grieta en una falla marina existente entre Sicilia y Egipto.
J. Martín Valentín y Teresa Bedman explican, por su parte, que el proceso de la desaparición de Heracleion no debió ser repentino, puesto que sabemos por las fuentes escritas que hubo al menos 34 terremotos en la zona del norte de Africa, entre los años 320 y 1303 d. C., siendo el más fuerte de ellos el sufrido en el año 365. Con el tiempo la costa se fue hundiendo y las ciudades existentes a lo largo de ella se habrían ido derrumbando bajo el empuje de las olas, siendo gradualmente enterradas por el limo que todos los años depositan las crecidas del Nilo.
El director del equipo investigador, Frank Goddio, es un arqueólogo bastante popular gracias a sus descubrimientos en el puerto de Alejandría. Goddio trabajó durante diez años como asesor económico de distintos gobiernos a cuenta de la ONU, y se dedica a la arqueología submarina desde 1984. Su primer gran éxito fue el rescate de un galeón español del año 1600, el San Diego, hundido cerca de Filipinas. Su trabajo actual, en el que participan medio centenar de personas, entre egiptólogos, arqueólogos, restauradores, ceramistas, ingenieros, buceadores y marinos, está financiado por la Fundación Hilti, con sede en Liechtenstein.
En cuanto a la ciudad sumergida, las primeras referencias a Thonis-Heracleion se remontan al siglo XII antes de nuestra era, si bien lo más probable es que fuese fundada en el siglo VIII a. C. En cualquier caso, no llegó a ser un importante centro comercial internacional hasta la última época faraónica, durante el llamado Periodo Tardío, cuando logró convertirse en el principal puerto egipcio, antes de la fundación de Alejandría en el año 331 a. C.
La ciudad se mantuvo en pie durante cerca de mil años más, hasta que, probablemente en el siglo octavo de nuestra era, se hundió bajo las aguas.
En su época de mayor esplendor, el conjunto debió de ofrecer un aspecto impresionante. Según explica el profesor Goddio, Heracleion estaba articulada en torno a un enorme templo dedicado al dios Amun-Gereb, la principal divinidad egipcia en aquel tiempo: «Alrededor del templo, una gran red de canales daba a la ciudad la apariencia de estar asentada sobre una laguna. En sus islas e islotes se levantaban a su vez otros santuarios menores, y en el lado norte del templo dedicado a Heracles, un gran canal fluía de este a oeste, conectando el puerto con un lago».
Ilustración: Yann Bernard / Franck Goddio – Hilti Foundation
Heracleion debe su nombre al dios Heracles (Hércules para los romanos), y entre las razones de la fama que poseía en la Antigüedad se encuentra la leyenda que relaciona la ciudad con los míticos Paris y Helena de Troya. El historiador griego Herodoto, que visitó Egipto en torno al año 450 a. C., narra en sus crónicas (Historia, Libro II: Euterpe) cómo los dos amantes llegaron a Heracleion huyendo de los celos del marido de Helena, Menelao, y cómo Tonis (o Thonis), encargado de vigilar la entrada de los extranjeros a Egipto por la llamada «Boca Canóbica» del Nilo, les detuvo:
Al volver a su patria, Alejandro [Paris, en la obra de Herodoto] en compañía de Helena, a quien había robado en Esparta, unos vientos contrarios lo arrojaron desde el mar Egeo al Egipto, en cuyas costas, no mitigándose la tempestad, se vio obligado a tomar tierra en las Taríqueas, siuadas en la desembocadura del Nilo que llaman Canóbica. Había a la sazón en dicha playa, y lo hay todavía, un templo, dedicado a Hércules, asilo tan privilegiado al mismo tiempo que el esclavo que en él se refugiaba, de cualquier dueño fuese, no podía ser por nadie sacado de allí, siempre que dándose por siervo de aquel dios se dejase marcar con sus armas o sello sagrado, ley que desde el principio hasta hoy se ha mantenido siempre en todo su vigor.
Informados, pues, los criados de Alejandro del asilo y privilegios del templo, se acogieron a aquel sagrado con ánimo de dañar a su señor, y le acusaron refiriendo circunstanciadamente cuanto había pasado en el rapto de Helena y en el atentado contra Menelao, deposición criminal que hicieron no silo en presencia de los sacerdotes de aquel templo, sino también de Tonis, gobernador de aquel puerto y desembocadura.
Apenas acabó este de oír la declaración de los esclavos, cuando despacha a Menfis un expreso para Proteo con orden de decirle: «Acaba de llegar un extranjero, príncipe de la familia real de Teucro, que ha cometido en Grecia una impía y temeraria violencia, viniendo de allí con la esposa de su mismo huésped furtivamente seducida, y trayendo con ella inmensos tesoros, arribó a tierra arrojado por la tempestad. ¿Qué haremos, pues, con él? ¿Le dejaremos salir impunemente del puerto con sus naves, o le despojaremos de cuanto consigo lleva?» Proteo, avisado, envió luego un correo con la siguiente respuesta: «A ese hombre, sea quien fuere, que tal maldad y perfidia contra su mismo huésped ha cometido, prendédmelo sin falta y llevadle a mi presencia para oír qué razón da de sí y de su crimen».
El gobernador Tonis, recibida apenas esta orden, se apodera de la persona de Alejandro, embargándole juntamente las naves, y haciéndole conducir sin dilación a Menfis con su Helena, sus esclavos y tesoros.
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Detalles sobre las fotos y más vídeos, en la página web de Franck Goddio.
Se la tragó el Mediterráneo hace 1.200 años y ahí se quedó, sepultada por la arena del fondo marino, en la bahía de Abu Qir, cerca de Alejandría. La antigua ciudad egipcia de Thonis, llamada Heracleion por los griegos, era… Leer
Iman, de 25 años, en el campo de refugiados de Nizip, en Turquía. Cuando huyó de Alepo lo único que llevó consigo fueron sus hijos, Ahmed y Aisha, y un Corán: «Mientras lo tenga junto a mí, me sentiré conectada con Dios». Foto: Brian Sokol / UNHCR
¿Qué única cosa llevarías contigo si tuvieras que abandonar de pronto tu hogar, tu país, sin saber cuándo o cómo podrás regresar? La pregunta, que para la mayoría de nosotros no es más que un modo de reflexionar sobre las cosas que realmente importan, sobre nuestros valores, refleja sin embargo la experiencia real de cientos de miles de personas que se ven empujadas al desarraigo absoluto como consecuencia de la guerra o la persecución.
El fotógrafo estadounidense Brian Sokol ha planteado la cuestión, primero a refugiados sudaneses, y después a refugiados sirios, como parte del proyecto The Most Important Thing (la cosa más importante), auspiciado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). El resultado es una serie de retratos conmovedores y llenos de fuerza, en los que los refugiados posan con la única cosa de la que jamás habrían podido desprenderse; unas imágenes austeras y desprovistas de color que, sin embargo, ayudan a hacer más próximo un drama humano que muchas veces queda solapado por las abrumadoras, y a la vez frías, estadísticas.
En la presentación del proyecto, ACNUR destaca las diferencias encontradas entre los refugiados sudaneses y los sirios: Los primeros, que huían de Sudán a Sudán del Sur, llevan sartenes y cacerolas, contenedores para el agua y otros objetos útiles de cara a un trayecto largo. Los sirios, sin embargo, parecen ocultar el verdadero objetivo de su viaje, «como si fueran de excursión, camino de la frontera». «Llevan pocas cosas, unas llaves, algunos papeles, teléfonos, pulseras, cosas que pueden ser guardadas en los bolsillos… Otros muestran símbolos de su fe religiosa o recuerdos de sus hogares y de tiempos más felices».
Las fotos de esta entrada son una selección de la segunda parte del proyecto, la centrada en los refugiados sirios. Todas las imágenes, incluyendo las de los refugiados sudaneses, así como las historias personales de sus protagonistas, pueden verse en la página de UNHCR (ACNUR, en inglés) en Flickr.
Waleed, de 37 años, es médico y trabaja en la clínica de Médicos Sin Fronteras del campo de refugiados de Domiz, en el Kurdistán iraquí. Salió de Siria tan solo 20 días después del nacimiento de su hijo. Su posesión más importante es la foto de su esposa. Foto: Brian Sokol / UNHCR
Tamara (20 años) trajo sus diplomas, y espera poder utilizarlos para continuar su educación en Turquía. Ahora está en el campo de refugiados de Adiyaman, en este país, a donde llegó después de que su casa en Idlib fuese destruida. Foto: Brian Sokol / UNHCR
May, una niña de ocho años que vive en el campo de refugiados de Domiz, echa de menos a su muñeca. Cuando su familia salió de Damasco no pudo llevársela. Su cosa más preciada ahora son estas pulseras. Foto: Brian Sokol / UNHCR
Omar, de 37 años, decidió escapar de Siria la noche en que mataron a sus vecinos. Su buzuq (un tipo de laúd) le trae recuerdos de su vida en Damasco: «Por un rato me alivia un poco las penas». Foto: Brian Sokol / UNHCR
Sin la ayuda de su bastón, Ahmed no habría podido cruzar la frontera entre Siria e Irak, un trayecto a pie de dos horas. Dejó Damasco junto a su familia, y ahora vive en el campo de refugiados de Domiz. A uno de sus hijos, que se quedó en Siria, lo mataron el pasado mes de octubre. Foto: Brian Sokol / UNHCR
Yusuf, de Damasco, está ahora en el valle de la Bekaa, en el Líbano. Su objeto más preciado es su teléfono móvil. Con él llama a su padre y en él mira las fotos de sus seres queridos. Foto: Brian Sokol / UNHCR
Leila tiene nueve años. Los pantalones vaqueros que enseña a la cámara los trajo desde Siria hasta Erbil, en el Kurdistán iraquí, donde vive como refugiada junto a su familia. «Un día fui a comprar con mis padres y estuve mirando durante horas sin encontrar lo que buscaba. Cuando al fin vi éstos supe que eran perfectos porque tienen el dibujo de una flor, y me encantan las flores». Solo se los ha puesto tres veces, para ir a dos bodas y para visitar a su abuelo. Leila asegura que no quiere volver a usarlos hasta que pueda ir a otra boda, y que espera que sea en Siria. Foto: Brian Sokol / UNHCR
Iman, de 25 años, en el campo de refugiados de Nizip, en Turquía. Cuando huyó de Alepo lo único que llevó consigo fueron sus hijos, Ahmed y Aisha, y un Corán: «Mientras lo tenga junto a mí, me sentiré conectada con Dios». Foto: Brian Sokol / UNHCR
¿Qué única cosa llevarías contigo si tuvieras que abandonar de pronto tu hogar, tu país, sin saber cuándo o cómo podrás regresar? La pregunta, que para la mayoría de nosotros no es más que un modo de reflexionar sobre las… Leer
«Este proyecto nació del deseo de profundizar en las vidas de las personas que me rodean, personas que viven en mi mismo edificio y a las que conozco desde hace unos diez años. Quería dar vida a la historia de una nación de jóvenes de clase media que luchan cada día consigo mismos, a su sociedad conformada en torno al aislamiento, a su falta de esperanza en un futuro, y también a cada una de sus historias personales. Durante seis meses, a las ocho de la tarde, coloqué mi cámara en un trípode frente a la ventana desde donde llevo diez años contemplando la misma vista de la ciudad. He intentado capturar un momento de cada una de sus historias, y encuadrarlo en una ventana que se asoma a los fríos edificios de cemento que nos rodean cada día».
Así explica la fotógrafa iraní Newsha Tavakolian (Teherán, 1981) la génesis de su serie Look (mirada), que exhibe a partir de este viernes la galería Thomas Erben Gallery de Nueva York, y que la artista plantea como una especie de segunda parte de su anterior proyecto, Listen (escuchar).
En una reciente entrevista con el diario onlineRoads and Kingdoms, Tavakolian, que vive y trabaja en Teherán, indica que Look representa «una mezcla de ansiedades de carácter universal, así como un sentimiento depresivo específico de Irán, que tiene su origen en las sanciones y en la mala gestión». La artista añade, no obstante, que el tema principal de la serie «no es la protesta, sino los sentimientos».
«Obviamente, las sanciones están haciendo daño a la gente, aumentando esa sensación de aislamiento. Pero cuando estaba realizando este proyecto, las sanciones no eran lo más importante en mi mente. Look se enfrenta a unas emociones que, bajo mi punto de vista, comparte la gente en todo el mundo: la soledad, la incertidumbre, la culpa, la desconfianza… Si, además, te sientes aislado, estos sentimientos se vuelven más poderosos aún», dice Tavakolian.
Newsha Tavakolian comenzó su carrera como fotoperiodista y, durante cinco años, trabajó para medios de comunicación iraníes, entre ellos, la revista femenina, ahora prohibida, Zan. Ha cubierto guerras y desastres naturales en países de todo Oriente Medio, incluyendo Irán, Irak, Siria, Arabia Saudí, Líbano, Yemen y Pakistán, y sus fotografías han sido publicadas en medios internacionales como Time, Newsweek, Stern, Le Figaro, The New York Times, Der Spiegel, Le Monde o National Geographic.
«Este proyecto nació del deseo de profundizar en las vidas de las personas que me rodean, personas que viven en mi mismo edificio y a las que conozco desde hace unos diez años. Quería dar vida a la historia de… Leer
‘Girl and Mirror’. Campo de refugiados de Bourj El Shamali, Líbano, 2009. Foto: Rania Matar, de su serie ‘Ordinary Lives’.
La fotógrafa libanesa Rania Matar ha centrado su carrera en captar la vida cotidiana de niñas, adolescentes y mujeres, tanto en Oriente Medio, incluyendo los campos de refugiados, como en Estados Unidos, donde reside desde 1984.
En la descripción de su proyecto Ordinay Lives (vidas corrientes), Matar señala:
Durante mi trabajo en el Líbano, tanto después de la guerra como en los campos de refugiados, en los suburbios de Beirut o en el sur del país, fui bienvenida en los hogares de la gente y me sentí hnrada y abrumada por su resistencia, su amabilidad y su hospitalidad. Así, en estas fotos me centro principalmente en personas que no perdieron su humanidad ni su dignidad pese a lo que han vivido y a las circunstancias por las que todavía están pasando. Evité las imágenes obvias de dolor y calamidad, prefiriendo enfocarme en la capacidad indomable del espíritu humano para continuar con las pequeñas cosas de la vida, desde lo alegre hasta lo mundano, incluso en las circunstancias más difíciles.
‘Newspapers’. Beirut, Líbano, 2007. Foto: Rania Matar, de su serie ‘Ordinary Lives’
‘Cigarette’. Aita El Chaab, Líbano, 2007. Foto: Rania Matar, de su serie ‘Ordinary Lives’
‘Dania, 9’. Campo de refugiados de Bourj El Barajneh, Beirut, Líbano, 2011. Foto: Rania Matar, de su serie ‘L’Enfant Femme’
‘Girl and Mirror’. Campo de refugiados de Bourj El Shamali, Líbano, 2009. Foto: Rania Matar, de su serie ‘Ordinary Lives’
La fotógrafa libanesa Rania Matar ha centrado su carrera en captar la vida cotidiana de niñas, adolescentes y mujeres, tanto en Oriente Medio, incluyendo los campos de refugiados, como en Estados Unidos, donde reside desde 1984. En la descripción de… Leer