revolución

Dirección y producción del vídeo: Karim Shaaban.
Traducción al inglés: Nourhan Ashraf.
Asistentes a la producción: Ahmed Somaly, Medhat Saad.

La revolución es esto

Dirección y producción del vídeo: Karim Shaaban.
Traducción al inglés: Nourhan Ashraf.
Asistentes a la producción: Ahmed Somaly, Medhat Saad.

Egipto: de súbditos a ciudadanos. Viñeta de Carlos Latuff (Wikimedia Commons).

Egipto: de súbditos a ciudadanos. Viñeta de Carlos Latuff (Wikimedia Commons).

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Manifestantes juegan al ajedrez mientras pasan la noche en la plaza Tahrir de El Cairo, Egipto el 1 de febrero. Foto: Patrick Baz / AFP / Getty Images

Anthony Shadid, en The New York Times (6/2/2011):

Minutos antes de la medianoche del domingo, al tiempo que una inesperada lluvia lava las somnolientas calles de El Cairo, Ahmed Abdel-Moneim camina con unos amigos cruzando el puente que se ha convertido en el pasaje hacia la capital paralela de la Plaza Tahrir, un lugar que es ya, también, una idea. «Mi vista va mucho más lejos de lo que alcanzan mis ojos», dice.

La revolución egipcia es como una carrera de ultimatums –caos y revolución, libertad y sumisión–, pero el ruedo de la Plaza Tahrir es más tranquilo por las noches. La cacofoní­a de la rebelión da paso a un rato para la poesí­a, las representaciones y la polí­tica.

Ya sea en la cantina donde se preparan bocadillos de queso, entre los voluntarios que llevan té a los guardias de las barricadas, en las farmacias atiborradas de Betadine o entre los artistas que han traí­do su estética hasta el asfalto, otro Cairo, el suyo propio, comienza cuando la ciudad duerme. El cansancio es ya agotamiento, pero nadie quiere rendirse en un momento que se siente lleno del idealismo del desafí­o.

«Aquí­ todo el mundo está despierto», dice Abdel-Moneim, mientras pasa por un control del ejército donde un soldado acaba de orinar sobre su propio tanque. «Es posible que esté exhausto, pero sé que al llegar la mañana puedo respirar el aire de la libertad. Lo que he visto aquí­ no lo he visto nunca antes en toda mi vida». O, como reza un grafiti en un tanque, «la revolución se hace en Tahrir, no durmiendo en la cama».

En un dí­a como otro cualquiera, la ciudad más grande del mundo árabe se tambaleó, y a sus 18 millones de habitantes se les unió otro millón en el campo. […]

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Noche en Tahrir: de la protesta a la poesí­a

Anthony Shadid, en The New York Times

Un manifestante en El Cairo, este domingo. Foto M. Soli / Wikimedia Commons

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• Y una imagen: Una mani­fes­tante besa a un sol­dado durante las protestas contra Mubarak en El Cairo (Lef­te­ris Pita­ra­kis / AP)

Lectura para el domingo

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Un ví­deo de Oliver Wilkins realizado en plena Plaza Tahrir, en El Cairo, el pasado 1 de febrero. Los mensajes y las voces de los manifestantes contra Hosni Mubarak, claros y contundentes, están traducidos al inglés.

Está escrito: las voces de la Plaza Tahrir

Un ví­deo de Oliver Wilkins realizado en plena Plaza Tahrir, en El Cairo, el pasado 1 de febrero. Los mensajes y las voces de los manifestantes contra Hosni Mubarak, claros y contundentes, están traducidos al inglés.

Najib Abu-Warda

Extractos del encuentro digital organizado por 20minutos.es sobre la situación actual de Egipto, entre el profesor Najib Abu-Warda, experto en el mundo árabe, y los lectores del diario:


¿Cómo puede repercutir la revuelta egipcia en el mundo árabe, donde muchos paí­ses tienen democracias formales pero limitadas?

Lo que está pasando en Egipto y en el resto del paí­ses es una especie de ‘revolución blanca’, en la que las masas árabes quieren alcanzar unos niveles de derechos humanos y democracia iguales a los del resto del mundo. Cada paí­s es diferente, pero pocos de ellos ahora mismo son democracias reales. Las revueltas significan el inicio del fin de la situación que ha existido hasta ahora.

¿Durará semanas? ¿Meses?

Lamentablemente, parece que el régimen está movilizando afines a su polí­tica para justificar su permanencia en el poder y ganar tiempo. A pesar de todo, no hay expectativas de continuación del actual Gobierno. Dependiendo de la resistencia del sistema y su capacidad de movilizar masas a su favor, así­ durarán las revueltas. Además, lo importante es saber hacia qué lado girará el Ejército, que de momento ha mantenido una postura neutral, aunque moralmente favorable a los manifestantes antimubarak. Las condiciones en general indican que el fin de Mubarak no está lejos.

¿Cómo influyen en Europa todas estas revueltas?

La zona de Oriente Medio es muy importante estratégicamente. La estabilidad en Egipto y el resto de paí­ses de la zona tiene efectos inmediatos sobre los intereses occidentales. Europa está tomando una postura similar a la EE UU, pidiendo el inicio de reformas democráticas en el paí­s.

¿Estamos a las puertas de un nuevo Irán en Egipto?

No necesariamente. Al contrario, el no cambio en Egipto es lo que generá extremismo y radicalismo. Los Hermanos Musulmanes están actuando de una forma aceptable en toda esta crisis, no demandando cambios desde la perspectiva islamista.

¿Cómo influirá el cambio polí­tico en Egipto, de producirse definitivamente, en Israel?

Egipto es una aliado de Israel desde finales de los años sesenta. Reconoce el Estado de Israel. Sin embargo no ha podido normalizar las relaciones más allá de la diplomacia formal. Esto es debido a que el régimen egipcio -en realidad, todos los regí­menes egipcios de la segunda mitad del siglo XX- no ha tenido en cuenta la opinión pública del paí­s sobre estas relaciones con Israel. A Israel le interesa que Egipto no cambie, porque sus relaciones con el régimen de Mubarak no le suponen tantas dificultades. En cambio, un Gobierno democrático que respondiera ante el pueblo, tendrí­a más difí­cil mantener esa polí­tica hacia Israel, muy criticada por los ciudadanos.

¿Qué papel están teniendo las redes sociales (Twitter, Facebook) ¿No estamos confundiendo, desde nuestra privilegiada posición de espectadores, el cómo con el porqué? Al fin y al cabo, como se está demostrando hoy con los enfrentamientos, y en dí­as pasados con los centenares de muertos, para derrocar al poder -y más si éste es de naturaleza autocrática- se hace impresicindible recurrir a los tradicionales métodos de acción directa. ¿La revolución no sigue ganándose en la calle?

Las movilizaciones se incian desde las masas de jóvenes apolí­ticos. Son fracciones naturales de asociaciones de estudiantes y grupos sociales de la sociedad civil. Hasta qué punto las movilizaciones puedes ser instrumentalizadas por grupos polí­ticos de la oposición no se puede saber con certeza. A dí­a de hoy, claro.

¿En que paí­ses hay mas posibilidades de que se sigan los pasos de Túnez y Egipto? ¿Por qué?

Jordania, principalmente. En otros paí­ses como Yemen, que está prácticamente sumido en una guerra civil, Lí­bano o Argelia también se dan condiciones para que se produzca algo así­. En un segundo grupo como el de las monarquí­as del Golfo, cuya situación económica es más privilegiada, serí­a más difí­cil que se produjera algo así­. La crí­tica a estos regí­menes es más intelectual que social, por eso la movilización de masas es más complicada y lenta. Marruecos, por otro lado, se sitúa en una posición más compleja. Esto es debido a la propia estructura monárquica del paí­s. En este paí­s existen factores de inestabilidad, pero no son los de Egipto o Túnez. En Marruecos serí­a necesario movilizar las mazas desde varios enfoques, más allá de lo superficial. Habrí­a que replantearse allí­ la situación de legitimidad del poder monárquico para gobernar al pueblo.

El intervencionismo de EE UU en la región está más que demostrado y el vicepresidente Omar Suleiman es una prueba de ello. ¿Cuál es el papel que cree que ha tenido EE UU en los sucesos de Egipto y Túnez?

EE UU es el paí­s más implicado en todos estos acontecimientos. La zona es vital para su polí­tica exterior. En Egipto, todos los personajes del Gobierno son afines a EE UU. También El Baredei, uno de los lí­deres de la oposición, es sospechoso de ser «el hombre de Estados Unidos». Muchos analistas temen que el cambio en Egipto complique la polí­tica geoestratégica en la zona. EE UU está diseñando el camino por donde tienen que transcurrir los cambios polí­ticos en Egipto.

¿Qué papel juega, si juega alguno, la religión en esta revolución¿ ¿Tiene razones Occidente para temer una radicalización hacia el fundamentalismo, en caso de que triunfe la revolución como lo ha hecho ya en Túnez?

Los Hermanos Musulmanes, el grupo polí­tico islamista más importante del paí­s, no es contemplado como un partido legal (a dí­a de hoy). Cualquier reforma deberí­a incluirlos, porque excluirlos significarí­a darles un motivo para su radicalización. La mejor forma de minimizar las posibilidades del islamismo egipcio es incluir a los HH MM.

¿Por qué cree que Israel desaprueba el movimiento egipcio contra Mubarak? ¿Puede haber algún interés oculto (económico) por parte de una superpotencia en que Oriente Medio se desestabilice interiormente? ¿O es una transición natural de avance sociodemográfico?

Hay un interés no sólo económico, sino estratégico y geopolí­tico. No interesa ni una estabilidad plena ni una inestabilidad del todo bélica. Interesa una situación de cierta inestabilidad controlada. Como hasta ahora.

¿Qué consecuencias cree que puede tener esto en la situación de territorios como Palestina y el Sáhara Occidental?

Para Palestina es fundamental cualquier cambio democrático en Egipto. Israel tendrá que aceptar que este paí­s hable de una forma diferente en polí­tica exterior. Sobre el Sáhara occidental las repercusiones serán menores, y difí­cilmente sancionables ahora mismo.

¿Por qué ahora la revuelta y no antes?

El espejo de Túnez hizo pensar al pueblo egipcio. Esto es una realidad constatable. El efecto contagio del paí­s del exdictador Ben Alí­ es una de las razones, quizá la más importante.

¿Es justificada la preocupacion del Estado hebreo por un posible cambio de régimen en Egipto?

Sí­, desde su punto de vista. Quiere un Egipto neutralizado, y teme que éste se desperece. Israel teme perder la facilidad de actuar como lo está haciendo hasta ahora.

¿Quién está detrás de la revuelta? ¿Qué paí­s o paí­ses están jugando el papel de motores, organizadores y dirigentes?

Efectivamente, las movilizaciones del pueblo no son espontáneas, sino motivadas por causas polí­ticas, económicas y sociales. El pueblo necesita un elemento para transformar el malestar en revuelta de forma espontánea, si bien, al mismo tiempo, grupos polí­ticos tienen mucho interés en capitalizar y coordinar estas movilizaciones. Incluso desde el exterior, potencias como EE UU u otros paí­ses de la zona, quieren el cambio.

¿Por qué el mundo árabe es incapaz de ser aconfesional?

El mundo árabe es un mundo aconfesional en el sentido de que hay un reconocimiento de todas las confesiones existentes. En Egipto hay diez millones de cristianos. Egipto es aconfesional. Otra cosa es que en dicho mundo árabe haya una vinculación estrecha entre Estado y religión. Yo creo que este no es el problema. El problema del mundo árabe es su decadencia, motivada no por la religión o las religiones, sino por circunstancias polí­ticas, económicas y sociales. El mundo musulmán, en general, necesita interpretar de nuevo la relación entre su religión y el Estado moderno. Islam y democracia son perfectamente compatibles.

A diferencia de Palestina, la sociedad egipcia lleva varias décadas soportando esta situación sin el menor atisbo de disconformidad. ¿Un pueblo que ha tolerado durante tanto tiempo la injusticia, será realmente capaz de asimilar un proceso democrático? ¿Se merece Egipto la libertad?

Totalmente. España, sin ir más lejos, es un ejemplo evidente. Las dictaduras están condenadas a desaparecer, independientemente de dónde se hayan establecido. Hay que apoyar con más vehemencia estas transiciones a la democracia, porque si han permanecido -en Egipto y otros paí­ses, incluso del tercer mundo- es por la complicidad de Occidente.

¿Qué movimento opositor es el predominante? ¿Cuáles serán los próximos pasos a seguir? ¿En verdad se pretende una transición a la democracia o un cambio de gobierno? ¿Existe alguna previsión de en qué condiciones estará el paí­s dentro de unos meses?

Hay más de un grupo, no sólo los Hermanos Musulmanes; están los nasseristas, por ejemplo. Lo ideal, respecto al futuro próximo, serí­a el establecimiento de un gobierno de transición que cree las condiciones óptimas para realizar elecciones legislativas y presidenciales (que están previstas, en teorí­a, para septiembre). Pero es verdad que, de momento, que no se puede adelantar acontecimientos respecto a lo que pudiera suceder en las próximas semanas (caí­da de Mubarak, posición del Ejército…). Es posible que el conflicto se enquiste y se alarge.

¿Cuál es el futuro de los dictadores como el de Túnez o el de Egipto?

Cada caso es distinto. En el caso de Túnez, Ben Alí­ es un dictador que ha cometido crí­menes contra su propio pueblo, por lo que está buscado por la Interpol para someterle a la Justicia. Mubarak, hasta ahora, podrí­a tener una salida digna (el pueblo reconoce su labor de militar en los años 60). No hay indicios que haya cometido crí­menes contra su pueblo (del estilo de los cometidos por Ben Alí­ en Túnez). Lo que no quiere decir que si se complica la situación, los pueda cometer.

¿Es El Baradei el hombre adecuado para pilotar la transición?

El Baradei es el hombre de EE UU camuflado en la transición egipcia. Ha vivido siempre fuera del paí­s. No es el mejor candidato. Hay muchos egipcios con mucha mayor capacidad y aceptación para dirigir al paí­s que este Premio Nobel de la Paz. El Baradei cuenta, eso sí­, con la ventaja de ser independiente y de coincidir con las demandas de los manifestantes. Además, el prestigio de su reconocimiento internacional, a pesar de sus relaciones con EE UU, podrí­a jugar a su favor dentro del paí­s.

El conflicto en Egipto «puede enquistarse»

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Al menos una persona ha muerto y otras 403 han resultado heridas en los enfrentamientos ocurridos este miércoles en el centro de El Cairo entre partidarios y detractores del presidente egipcio, Hosni Mubarak, según informó el ministro de Sanidad, Ahmed Farid, en la televisión estatal, y recoge Europa Press.

Según el ministro, el fallecido es un soldado que se cayó desde un puente, mientras que la mayoría de los heridos fueron golpeados con piedras, informa Reuters. Farid aclaró que ninguna de las víctimas presentaba heridas de bala.

Por su parte, cadenas árabes como Al Jazeera o Al Arabiya elevan en torno a 500 el número de heridos.

Los defensores de Mubarak atacaron este miércoles a los manifestantes opositores con látigos, piedras y palos, mientras que los detractores del presidente respondieron igualmente con piedras y otros objetos, en unos combates que han convertido El Cairo en una zona de guerra en la que apenas se dispone de informaciones oficiales.

Hasta la plaza Tahrir, epicentro de las protestas contra el régimen, se desplazaron también personas montadas a caballo o incluso en camello para golpear a los allí presentes, en una amalgama en la que se hacía imposible distinguir de qué parte estaban quienes atacaban o respondían a estos ataques, informa Europa Press.

Los manifestantes anti Mubarak denunciaron que en los ataques participaron policías vestidos de paisano, algo que el Gobierno ha negado.
Un médico presente en la plaza Tahrir declaró a Al Arabiya que hay personas con huesos rotos que han sido atendidas en la propia plaza, e incluso confirmó la existencia de cadáveres.

Uno de los manifestantes opositores indicó por su parte a la BBC que había muchos heridos «cubiertos de sangre» y que algunas personas lanzaban «piedras muy, muy grandes». Algunos manifestantes incluso se subieron a azoteas de edificios para atacar desde arriba a las personas que se congregaban en las calles.

Mientras, el Ejército egipcio ha optado por no intervenir y, aunque se llegó a decir que los militares habían disparado al aire para evitar enfrentamientos, la propia institución negó posteriormente este punto.

Estallan los enfrentamientos en El Cairo

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Cientos de miles de personas han participado este martes en El Cairo en la llamada «marcha del millón», para exigir la dimisión inmediata del presidente egipcio, Hosni Mubarak, y la convocatoria de elecciones libres. Una auténtica marea humana abarrotó la céntrica plaza Tahrir y las calles aledañas, que seguían recibiendo gente pese a que estaba a punto de entrar en vigor el toque de queda en el país.

Más información:
» Los egipcios se unen en una manifestación masiva pidiendo que se vaya Mubarak (Efe)
Fotos:
» La ‘marcha del millón’ contra Mubarak en Egipto (RTVE)

La «marcha del millón» contra Mubarak desborda El Cairo

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Un manifestante sostiene una pancarta en la que puede leerse ‘Ben Ali fuera’, en Túnez, el 14 de enero. Foto: Skotch 79 / Wikimedia Commons

Hace ape­nas un mes, Túnez seguí­a siendo, a ojos de Occi­dente, ese pequeño paí­s tran­quilo y esta­ble del Norte de África que aca­taba sin rechis­tar las exi­gen­cias de EE UU en su lucha con­tra el terro­rismo isla­mista y al que adu­la­ban sin rubor los gobier­nos euro­peos (sus veci­nos del sur, Fran­cia, Ita­lia y España, espe­cial­mente); un rin­cón lleno de sol, pla­yas, mag­ní­­fi­cas rui­nas his­tó­ri­cas y el sufi­ciente exo­tismo árabe en un ambiente seguro como para atraer cada año a miles de turis­tas. ¿Una dic­ta­dura? Tal vez, pero nada grave. La apa­rien­cia demo­crá­tica era sufi­ciente y, en cual­quier caso, era una dictadura amiga.

Hoy, esos mis­mos ojos con­tem­plan un esce­na­rio en plena revo­lu­ción popu­lar, en el que, tras sema­nas de revuel­tas calle­je­ras, repre­sión poli­cial, poco con­vin­cen­tes pro­me­sas de cam­bio y dece­nas de muer­tos, la demo­cra­cia real podrí­a estar lla­mando por fin a la puerta, por pri­mera vez en un país árabe.

La expli­ca­ción es sen­ci­lla: No es que Túnez haya cam­biado de la noche a la mañana, es que nunca ha sido lo que la mayo­rí­a de los gobier­nos occi­den­ta­les pre­fe­rí­an creer (o hacer creer) que era.

Un espe­jismo

Durante más de 20 años, y tras la cor­tina de una falsa demo­cra­cia, el régi­men auto­ri­ta­rio de Zine al Abi­dine Ben Alí­ habí­a con­ver­tido el paí­s magrebí­ en el coto pri­vado de la fami­lia gober­nante, donde la corrup­ción y el nepo­tismo cam­pa­ban a sus anchas y la falta de liber­tad a todos los nive­les era flagrante.

Los ingre­sos del turismo y las ayu­das esta­dou­ni­den­ses y euro­peas, a cam­bio de la con­ten­ción del isla­mismo y de la inmi­gra­ción, per­mi­tie­ron un espe­jismo de pros­pe­ri­dad eco­nó­mica que, sin embargo, se vino abajo al esta­llar la cri­sis glo­bal en 2008. El paro y los pre­cios se dis­pa­ra­ron, los suel­dos se hun­die­ron y la juven­tud, prin­ci­pal ví­c­tima de la situa­ción, salió a la calle.

Las demandas económicas y sociales dieron pronto el lógico paso a la exigencia de libertad y democracia, y la oleada ha resultado ser incontenible. Ben Alí está huido, el Gobierno disuelto; los europeos, pendientes de una posible evacuación, y la gente, esperando al fin unas elecciones que se han anunciado ya para dentro de un mes.

Todavía es una incógnita si la transición será un éxito o no, como lo es también hasta qué punto la revuelta tunecina hará poner sus barbas a remojar a los gobernantes vecinos.

En Argelia (otro régimen falsamente democrático, pero, a diferencia de Túnez, de orientación pseudosocialista) ya ha habido protestas populares contra el gobierno de Bouteflika por la situación económica. En Egipto, Mubarak acaba de ganar (otra vez) unas elecciones tildadas de farsa por la oposición, mientras crece la tensión y la violencia contra la minoría cristiana y por la marginación de los islamistas. Y en Marruecos, que tiene en la reciente revuelta saharaui la punta de lanza de la contestación social por el deterioro económico, la corrupción del régimen ha quedado al descubierto por los cables de Wikileaks. La Libia del eterno Gadafi es, por ahora, un hueso más difícil de roer.

Pero, de momento, el cambio se ha producido, y esta vez no ha sido un cambio impulsado por los militares. Estas son las claves de lo ocurrido:

1. EL CONTEXTO

La ‘perla’ del Magreb

Situado en la costa mediterránea africana, y con 10,3 millones de habitantes (el 98%, musulmanes), Túnez es el país más pequeño del Magreb, la parte occidental del mundo árabe, que incluye asimismo a Marruecos, Argelia y Libia. El 40% de su territorio está ocupado por el desierto del Sáhara, mientras que el resto es suelo fértil y adecuado para la agricultura.

Hasta ahora, Túnez era el país magrebí menos conflictivo, lo que, unido a sus playas, su sol, su gran riqueza histórica y cultural, y la garantía de confort y seguridad para los visitantes, le hacían un gran reclamo para el turismo (más de 126.000 españoles lo visitan cada año).

Con un gobierno proestadounidense, y considerado un Estado modélico en la zona por Occidente, Túnez es el socio norteafricano de la UE que más ayudas recibe per cápita, aunque en términos absolutos le supera Marruecos. La inversión extranjera está capitaneada por Francia, con 1.250 empresas presentes en Túnez, seguida de Italia, Alemania, el Reino Unido, Bélgica, Holanda y España.

Las ayudas exteriores, junto a los ingresos provenientes del turismo, la industria manufacturera y los fosfatos, habían hecho de Túnez un país relativamente próspero, hasta que estalló la crisis económica mundial en 2008.

Paro y corrupción

Con la crisis, la inversión extranjera cayó en picado (un 33% en 2009) y se dispararon los precios de los productos básicos, pero el país habría podido mantener el tipo de no ser por la persistencia de sus dos grandes problemas endémicos: el paro y la corrupción.

El paro, que afecta sobre todo a la juventud, en una nación donde dos tercios de la población es joven (el 55%, menor de 25 años), supera el 15%, y las políticas del Gobierno para atajarlo han sido inexistentes o ineficaces.

Al ser la educación obligatoria, muchos de estos parados son universitarios (el número de licenciados se ha triplicado en la última década) que se ven abocados, bien a emigrar a Europa, algo nada fácil ante las políticas cada vez más restrictivas del Viejo Continente, bien a orientar su futuro hacia un destino precario y poco apetecible en la agricultura.

La corrupción y el nepotismo han sido, por su parte, la seña de identidad del régimen. Las grandes empresas están en manos de los Trabelsi, la familia del hasta ahora presidente Ben Alí y su esposa, Leila. Muchas de ellas han sido expropiadas en aras del «interés nacional». Y la redistribución de las grandes ganancias que estas empresas generan brilla por su ausencia o se reduce a asociaciones de solidaridad, controladas también por el partido oficial.

Represión y falta de libertad

Junto al descontento económico, la falta de libertad ha sido el otro gran factor que ha acabado agotando la paciencia de los tunecinos.

Túnez es un Estado policial de confidentes, donde se controla hasta el último correo electrónico, y en el que la censura, desde los libros y los medios de comunicación hasta las redes sociales en Internet, está a la orden del día. Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado la existencia de cárceles secretas, desaparecidos, registros domiciliarios sin orden judicial, palizas…

Existen tres partidos de oposición, pero apenas tienen fuerza y están aislados (las elecciones las gana siempre el partido del Gobierno con porcentajes superiores al 80%). Y al igual que en Egipto o Argelia, el régimen ha ido debilitando o eliminando las estructuras sociales intermedias (partidos, sindicatos, asociaciones) capaces de plantar cara al poder.

El diagnóstico, en Wikileaks

La situación del país quedaba bien reflejada en los cables de los diplomáticos estadounidenses sobre Túnez sacados a la luz por Wikileaks, y publicados, entre otros medios, por El País. Algunos extractos:

El presidente Ben Alí está envejecido, su régimen sufre de esclerosis y no hay un claro sucesor. Muchos tunecinos están frustrados por la falta de libertad política y sienten rabia por la corrupción de la familia del presidente, por las elevadas tasas de desempleo y por las desigualdades regionales.

El extremismo es una amenaza continua. […]. El gobierno tunecino no acepta consejos ni críticas nacionales o internacionales. En lugar de ello, intenta imponer un control todavía mayor, echando a menudo mano de la policía […]. Túnez es un Estado policial, con escasa libertad de expresión o asociación, y con serios problemas de derechos humanos.

El presidente hace lo que su mujer le pide que haga […]. Los miembros de la amplia familia de Ben Alí pueden hacer lo que quieran con impunidad, incluido falsificar documentos.

Una estrategia contraproducente

Ante esta situación, EE UU y la UE han jugado con Túnez durante años la baza de mirar para otro lado a cambio de contar con un aliado fiel en la zona, dándole carta blanca para hacer el trabajo sucio en tres frentes: la lucha contra el islamismo radical (especialmente desde el 11-S), la contención de la inmigración (en 2001 la UE firmó varios acuerdos con Túnez para controlar la emigración clandestina) y la protección del turismo (sobre todo, tras el atentado de 2002 vinculado a Al Qaeda en una sinagoga en la isla de Jerba, en el que murieron 15 personas).

Sin embargo, es precisamente la corrupción, la represión y la pobreza lo que, como demuestran las experiencias de Argelia y Egipto, da alas a los islamistas. Y es precisamente la corrupción, la represión y la pobreza lo que ha acabado sacando al pueblo a la calle y fulminando la imagen de Túnez como paraíso turístico.

El papel de Internet: Nawaat y las redes sociales

A pesar de los ‘apagones’ y de la censura que ha ejercido el Gobierno durante las protestas, el papel de redes sociales en Internet como Facebook o Twitter ha sido de una importancia considerable en la revuelta que ha derrocado al presidente.

El alto nivel de educación y de acceso a la Red de los jóvenes tunecinos les ha servido para organizarse a través de unas nuevas tecnologías que, a su vez, han llevado los detalles de las protestas a todo el mundo, sorteando el control del régimen.

En este sentido, una página web, Nawaat.org, se ha convertido en el gran portavoz de la rebelión ciudadana, con la publicación, en árabe y en francés, de centenares de textos, vídeos y fotos, así como de convocatorias a manifestaciones, comunicados, reacciones…

2. LA REVUELTA, PASO A PASO

La contestación social comenzó a mediados de diciembre con manifestaciones, muchas de ellas violentas (cócteles molotov, pedradas), en varias ciudades del país. La represión policial fue muy dura y ha habido decenas de muertos (21, según cifras oficiales; cerca de 70, según la Federación Internacional de Derechos Humanos) y centenares de detenidos.

Se trata de una revuelta sin líderes definidos (los partidos de la oposición están demasiado aislados y son marginales), protagonizada principalmente por jóvenes, y en el contexto de un país con una amplia clase media y una importante tradición secular (los islamistas han quedado al margen de las protestas).

La mayoría de los participantes en las manifestaciones son estudiantes, pero también han salido a la calle trabajadores, intelectuales, campesinos… Esta es la cronología de los hechos:

  • 17 de diciembre. Mohamed Bouazizi, un joven desempleado con estudios superiores, se inmola a lo bonzo en la localidad turística de Sidi Bou Zaid para denunciar abusos administrativos, después de que la policía le confiscara su carrito con fruta y verdura que vendía en la calle, con el argumento de que carecía de permiso. Esto, unido a la crisis económica que afecta al país, provoca una oleada de revueltas sin precedentes. Las protestas se extienden a El Guep, Meknassi y Bouzayane.
  • 24 de diciembre. Jóvenes manifestantes atacan un cuartel de la guardia nacional con el resultado de cuatro muertos entre los uniformados.
  • 28 de diciembre. Ante la gravedad de la situación, el presidente Ben Alí se desplaza al hospital para visitar a Bouazizi.
  • 29 de diciembre. Ben Alí cesa a tres gobernadores regionales y remodela parte del Ejecutivo.
  • 4 de enero. Muere Bouazizi. El Gobierno aplica una férrea censura en los medios de comunicación y bloquea sitios web y correos electrónicos, especialmente los de quienes usan la red social Facebook.
  • 6 de enero. Amnistía Internacional condena la represión.
  • 7 de enero. Se quema a lo bonzo un joven de 17 años ante un instituto de la capital, después de que fuera sancionado por organizar un acto de apoyo a las manifestaciones. Los disturbios se extienden a las ciudades sureñas de Siliana, Tela, Redeyef, Um Laraies y Kebili, sometidas a un estado de sitio desde el inicio de esta semana.
  • 8-9 de enero. 14 muertos, según el Gobierno (la oposición los cifra en 35), en los disturbios en Kasserin (en la frontera con Argelia) Thela y en Regeb. Los manifestantes corean «todos somos Bouazizi».
  • 10 de enero. La UE pide a las autoridades tunecinas moderación en el uso de la fuerza y la liberación de los manifestantes, periodistas y blogueros detenidos. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, pide contención y respeto a la libertad de expresión. Para intentar desactivar las protestas Ben Alí anuncia la creación de 300.000 empleos.
  • 11 de enero. El Gobierno anuncia cuatro muertos más en Kaserin, lo que eleva a 18 los fallecidos reconocidos oficialmente, mientras los sindicatos hablan de más de 50. Mientras, se recrudecen los combates en la región minera de Gafsa y otras zonas del centro y el suroeste. El Ejecutivo decreta el toque de queda en Beja, Gafsa, Kaserín y Telab. El Gobierno español desaconseja viajar al interior de Tunez.
  • 12 de enero. El toque de queda se extiende a la capital, tomada ya por camiones y vehículos blindados. Se recrudece la violencia en los barrios de Le Kram y la Goulette, cerca de Cartago, donde se encuentra el Palacio Presidencial. El ministro de Interior, Rafik Belhaj Kacemm, es destituido. Se anuncia la puesta en libertad de todos los detenidos.
  • 13 de enero. Un muerto al cargar la policía contra una manifestación de profesores y estudiantes en el centro de la capital. Se agrava la situación en Gafsa, donde los manifestantes atacan tres comisarías y asaltan un supermercado y la oficina de Correos. La Federación Internacional de Derechos Humanos tiene identificados, desde el inicio del conflicto, a 66 muertos. Ben Alí promete un «completo y profundo» cambio a nivel político y económico en el que participen todos los actores de la sociedad civil y política, incluida la oposición, al tiempo que anuncia que no se presentará a las elecciones de 2014. Se contabilizan 13 muertos y 50 heridos en la capital, después de la intervención del presidente, en la que éste se comprometió a no usar fuego real contra los manifestantes.
  • 14 de enero. Una multitud de jóvenes recorre la principal avenida de Túnez capital gritando consignas contra el presidente entre ellas «O te vas, o nos matas». Ante las multitudinarias protestas, Ben Alí destituye al gobierno en pleno y anuncia elecciones legislativas anticipadas en seis meses. El Gobierno decreta el estado de excepción en todo el país, por lo que la policía puede disparar contra todo sospechoso que no obedezca sus órdenes. A la vez, se declara el toque de queda. Horas después, Ben Alí abandona Túnez y se refugia en Arabia Saudí; el primer ministro, Mohamed Ghanuchi, asume la presidencia interina del país y el Ejército toma posiciones en el marco del Estado de Emergencia. Durante la noche se producen disturbios y saqueos de los que se acusa a seguidores de Ben Alí.
  • 15 de enero. El presidente del Parlamento, Fued Mebaza, es proclamado presidente interino y promete un gobierno de unidad, sin exclusiones. España y la UE coordinan un plan conjunto para una evacuación «eventual» de sus ciudadanos de Túnez. En el país hay unos 1.600 españoles residentes y cerca de 200 turistas.

3. QUIÉN ES QUIÉN

Zine al Abidine Ben Alí

Ingeniero electrónico y, posteriormente, militar formado en academias de Francia y EE UU, Zine al Abidine Ben Alí, de 73 años, tomó el poder en 1987 por medio de un golpe de Estado. Después modificó la Constitución para poder presentarse indefinidamente a elecciones, denunciadas repetidamente por organizaciones de derechos humanos y la oposición como fraudulentas.

Tras deponer al que fuera presidente de Túnez entre 1957 y 1987, Habib Burguiba, dirigió el país de forma personal, otorgando privilegios y concentrando el poder en muy pocas manos. El régimen se convirtió en una cleptocracia dirigida por los Trabelsi, apellido de la familia de la primera dama.

Son muchas las voces discordantes que le culpan de haber ignorado los derechos humanos y los valores democráticos, acusaciones que él siempre negó. Ben Alí rechazaba las críticas que le achacan haber amañado las votaciones, y llegó a comunicar que procesaría a todo aquel que se atreviese a «difundir mentiras para dañar la imagen de Túnez».

Fue elegido por unanimidad para un primer mandato de cinco años en 1989 y reelegido como único candidato de nuevo en 1994. En 1999, ganó un nuevo mandato de cinco años con un 99,4% de los votos, a pesar de la introducción del pluripartidismo.

Un referéndum en 2002 sobre una nueva Carta Magna que permitía a Ben Alí extender su gobierno hasta el año 2014 fue aprobado por más del 99% de los votantes. Ben Alí ganó con el 94,4% de los votos en las elecciones presidenciales de 2004. En 2009 fue reelegido para un quinto mandato con 89,62% de los votos .

Mohamed Ghanuchi

Es el primer ministro de Túnez, y se proclamó presidente en funciones el 14 de enero. Un día después, sin embargo, el Consejo Constitucional señaló que este puesto debía ser ocupado por el presidente del Parlamento, Fued Mebaza.

Economista, y vinculado totalmente a Ben Alí, Ghanuchi ha estado en el Gobierno tunecino desde los tiempos del anterior presidente, Habib Bourguiba.

Fued Mebaza

Presidente del Parlamento y recién nombrado presidente interino, será el encargado de liderar la transición hacia la democracia. Ha anunciado elecciones para dentro de 60 días y ha prometido un gobierno de unidad nacional durante el actual proceso político. Tiene 77 años y es licenciado en Derecho y en Económicas.

Mustafá Ben Yafar

Lidera el partido opositor Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades. Según informa El País, Mebaza ha aceptado su propuesta de formar un gobierno de coalición.

Ahmed Nejib Chebbi

Diputado izquierdista y ex candidato a la presidencia por el opositor Partido Demócrata Progresista, una de las pocas formaciones legales de Túnez.

Los islamistas

No es fácil calcular el peso real de los islamistas radicales en Túnez, ya que los partidos y asociaciones de esta tendencia han sido desarticulados durante el régimen de Ben Alí. Uno de sus líderes es Rachid Ghanuchi, quien ha pasado cinco años en prisión. Condenado a cadena perpetua en 1992 por rebeldía, en 1993 el Reino Unido le concedió asilo político. Según El País, tiene prohibida la entrada en Estados Unidos, Egipto y Líbano.

La ausencia de los islamistas en la revuelta popular puede haber sido una de las claves del éxito de las protestas. En países donde tienen mucho más peso, como Argelia o Egipto, la amenaza de una deriva hacia un gobierno islamista radical habría hecho mucho más difícil el triunfo de una revolución como ésta.

El Ejército

El Ejército tunecino es relativamente pequeño en comparación con el de otros países árabes. No ha tomado parte activa en la represión de la revuelta, de la que se ha encargado la Policía, aunque fue desplegado en la capital para evitar disturbios y saqueos.

4. Y AHORA QUÉ

Túnez ha iniciado una transición histórica hacia la democracia, pero el éxito de este camino sigue siendo muy incierto y depende de muchos factores.

Por un lado, no existen líderes definidos en la revuelta popular, y la oposición es muy débil. Tal y como señala el experto Michael Koplow en la revista Foreign Policy, «si se celebran elecciones no está nada claro quién puede haber con la suficiente cualificación como para ser aceptado como candidato por la gente».

Además, las personas encargadas de liderar el actual proceso político hasta la formación del prometido gobierno de coalición proceden del régimen de Ben Alí.

Sin embargo, estos problemas pueden verse contrarrestados por el hecho de que la revuelta cuenta con la neutralidad del Ejército y con el importante apoyo de la clase media y de la élite intelectual del país.

Por otra parte, los islamistas, diezmados por la represión del régimen, no deberían suponer un obstáculo para la democratización del país. La gran homogeneidad que, a diferencia de otros países del Norte de África, caracteriza a la sociedad tunecina, también puede hacer las cosas más fáciles.

Túnez en síntesis

  • Superficie: 163.610 kilómetros cuadrados.
  • Fronteras: 965 Km con Argelia; 459 Km con Libia.
  • Costa: 1.148 Km (Mediterráneo).
  • Recursos naturales: Fosfatos, hierro, zinc, sal, petróleo.
  • Población: 10,3 millones de habitantes.
  • Edad media de la población: 29 años.
  • Crecimiento de la población: 0.969%.
  • Población urbana: 67%.
  • Esperanza de vida: 76 años.
  • Grupos étnicos: Árabes (98%), europeos (1%).
  • Religión: Musulmanes (98%), cristianos (1%), judíos y otros (1%).
  • Idioma: Árabe (oficial), francés.
  • PIB per cápita: 9.500 dólares EE UU.
  • Sectores: Agricultura: 10,6%; industria: 34.6%; servicios: 54.8%.
  • Paro: Entre el 14% y el 16%.

Publicado originalmente en 20minutos


Nota: Pese a que, téc­ni­ca­mente, no con­si­de­ra­mos a Túnez un paí­s de Oriente Medio, inclui­mos este artí­culo por las con­se­cuen­cias que la revo­lu­ción tune­cina está teniendo en los paí­ses de la región que sí­ son objeto de este blog.

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