Coincidiendo con la celebración del aniversario de la fundación de la república turca, decenas de miles de personas se manifestaron este martes en Ankara, en defensa de los valores laicos del Estado. La policía los dispersó con cañones de agua y gases lacrimógenos. Foto: Adem Altan / AFP / Getty Images
Turquía se presenta a menudo como modelo de relativa prosperidad y de mezcla posible entre valores democráticos e islámicos, como ejemplo a seguir para las naciones del mundo árabe que están luchando por desembarazarse de sus regímenes dictatoriales. Esta imagen tiene mucho de cierto, pero contrasta con la lucha interna que se vive dentro del país entre laicistas e islamistas, militares y civiles. El equilibrio sobre el que se asienta actualmente la república, con un gobierno islamista moderado y unos valores constitucionales diseñados para salvaguardar el laicismo de la sociedad, es frágil y complicado. Y el ejército, tradicional garante (por las buenas o por las malas) de esos valores seculares, empieza a dar muestras de menos firmeza, o incluso de alejarse, poco a poco, de la política.
Este lunes, el país celebró el 89 aniversario de la fundación de la república por parte de Mustafa Kemal Atatürk. Las reformas aprobadas por el «padre de la patria» a partir de su llegada al poder, en 1923, hablan por sí mismas: Atatürk, héroe de guerra, salvador de la nación de entre las cenizas del Imperio Otomano, arquitecto de la Turquía moderna y, también, gobernante de maneras dictatoriales, adoptó una nueva Constitución, cerró las escuelas religiosas y abolió la sharia (ley islámica); prohibió el fez y el velo, introdujó la vestimenta occidental y adoptó el calendario gregoriano; aprobó un nuevo código civil que terminó con la poligamia y el divorcio por repudio, e introdujo el matrimonio civil; elaboró el primer censo de población; sustituyó el alfabeto árabe por el latino; declaró la laicidad del Estado; estableció que la llamada a la oración y las recitaciones públicas del Corán se hiciesen en turco en vez de en árabe; reconoció el derecho de voto (y el derecho a ser votadas y a ocupar cargos públicos y oficiales) a las mujeres; proclamó el domingo, en lugar del viernes musulmán, como día de descanso…
Para salvaguardar todo eso durante estos 89 años ha estado el ejército, que no ha dudado en actuar contra el poder civil cuando lo ha considerado oportuno, y ha derribado cuatro gobiernos democráticamente elegidos en sendos golpes de Estado. Ahora, sin embargo, los militares, o una parte de ellos, están tocados. Las recientes sentencias del llamado caso Balyoz («maza», en turco) se resolvieron con condenas de cárcel para 331 miembros del ejército turco acusados de golpismo. Entre ellos, tres generales, que fueron condenados a cadena perpetua. Fue un proceso lleno de irregularidades, pero, a la postre, supuso una victoria para el poder civil, representado ahora por los islamistas moderados del gobierno de Erdoğan.
Dos imágenes de este lunes ilustran bastante bien este nuevo estado de cosas. La primera se produjo en la mansión presidencial, el palacio de Çankaya, en Ankara, durante la tradicional recepción para celebrar el aniversario de la fundación de la república. Los principales altos mandos militares aparecieron junto a las esposas del presidente, Abdullah Güll, y del primer ministro, Recep Tayyip Erdoğan (ambos del partido islamista moderado Justicia y Desarrollo), a pesar de que éstas iban ataviadas con el velo islámico. Por primera vez, además, la esposa de Güll (con su velo) asistió a la parada militar, celebrada frente al mausoleo de Atatürk. Hace solo unos años, esto habría sido impensable.
La segunda imagen tuvo lugar también en la capital del país, cuando la policía empleó cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que se habían concentrado para festejar el Día de la República y reivindicar la laicidad del Estado, pese a la prohibición de las autoridades.
Coincidiendo con el aniversario, los grupos laicistas habían convocado una manifestación para reivindicar los valores de Atatürk, pero el gobernador de la provincia de Ankara (con el respaldo del gobierno central) rechazó autorizar la marcha alegando informaciones sobre la supuesta intención de «grupos radicales» de «incitar a la anarquía», una decisión que fue muy criticada por la oposición y por los grupos opositores de la izquierda. Finalmente, decenas de miles de personas se concentraron para secundar la convocatoria, gritando consignas como «¡Somos los soldados de Mustafa Kemal!», o «¡Turquía es laica y seguirá siendo laica!». Unos 3.500 policías levantaron barricadas e impidieron que los manifestantes llegaran al mausoleo. Erdoğan calificó posteriormente la manifestación de «provocación».
Entre tanto, y aunque puedan parecer anecdóticos, otros detalles parecen querer horadar también el legado de Atatürk. El ministro de Energía, por ejemplo, pretende que el país abandone el meridiano de Greenwich como referencia horaria, y adopte en su lugar el meridiano 40º, que pasa por Arabia Saudí. Con ello, Turquía, que desde 1924 ajusta su hora con el meridiano 30º (GMT+2), pasaría a hacerlo con el 40º (GMT+3). Respondería así a la llamada hecha por el reino saudí, que ha pedido a los países con mayoría musulmana que ajusten sus relojes al llamado Islamic Mean Time (IMT), abandonando el universal Greenwich Mean Time (GMT). Es decir, una hora más lejos de Europa, y una hora más cerca del corazón del mundo islámico…
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