Siria: la guerra en los ojos de los niños

2/8/2014 | Miguel Máiquez

La guerra en Siria sigue ahí, testaruda y vergonzante, como un familiar incómodo a quien hemos decidido ignorar con la inconfesable esperanza de que desaparezca, pero que continúa llamando a nuestra puerta cada cierto tiempo, arrastrando su maleta de cadáveres. Solo en el mes de julio han muerto más de 5.300 personas. Desde que empezó el conflicto, 170.000. Más de 56.500 eran civiles. Entre 9.000 y 10.000, niños.

Según datos de UNICEF, 2,8 millones de niños sirios (contando tanto a los que siguen en el país como a los que han huido) no pueden ir al colegio. Eso es cerca de la mitad del total de la población escolar del país. Y la cifra real es, con seguridad, bastante mayor, ya que, en el caso de los refugiados, solo incluye a aquellos menores que han sido registrados por sus padres en alguna de las agencias de la ONU.

Ninguno de estos números refleja, en cualquier caso, el horror vivido por muchos de estos niños, las huellas que la guerra ha dejado y está dejando en sus vidas. El único modo de comprender algo así, o, al menos, de acercarse un poco, es escucharles, estar con ellos, mirarles a los ojos. Es lo que ha hecho el fotógrafo Muhammed Muheisen.

Su serie de retratos de niños sirios, realizada en el campo de refugiados de Zataari, en Jordania, y publicada por la agencia AP, sobrecoge por su sobriedad, por el poder acusador que emana de cada una de esas caras. Son la mejor arma contra nuestra tendencia al olvido.

Mohammed (12 años) y Zainab (5), Mohammed Ghassan (8), Kamel (7), Fouad (14) y Amal Qalloosh (11), Hatem (13) y Boran (5), Jood (8) y Ammar (10), Malak (9) y Batoul (6), Samah (5) y Ahmad (6), Yasmeen (9)… Estos niños, como ese pariente incómodo que sigue llamando a la puerta, también son familia. Y están muy vivos.

Ver las fotos en el blog de fotografía de AP


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