«Las autoridades sirias deben cesar sus prácticas ilegales e injustificadas de ataques contra mítines pacíficos kurdos y la detención de activistas políticos y culturales kurdos», indica Human Rights Watch en un informe publicado hoy. El documento, de 63 páginas y titulado Group Denial: Repression of Kurdish Political and Cultural Rights in Syria (Negación de grupo: Represión de los derechos políticos y culturales de los kurdos en Siria), detalla los esfuerzos de las autoridades sirias por prohibir y dispersar los mítines para reclamar los derechos de la minoría kurda y celebrar su cultura, además de la detención de destacados activistas políticas kurdos y su maltrato durante la reclusión.
La represión de los kurdos en Siria se ha intensificado considerablemente desde las manifestaciones masivas kurdas de marzo de 2004. El informe se basa en entrevistas con 30 activistas kurdos salidos recientemente de la cárcel, así como 15 familiares de activistas kurdos que siguen en prisión. El Gobierno sirio se negó a responder a las solicitudes de información o entrevistas con Human Rights Watch.
«En un momento en que otros países de la región, desde Irak hasta Turquía, están mejorando el trato hacia su minoría kurda, Siria se sigue resistiéndose al cambio», señaló Sarah Leah Whitson, directora para Oriente Medio y Norte de África de Human Rights Watch. «De hecho, Siria se ha mostrado especialmente hostil a cualquier expresión política o cultural kurda», agregó.
Los kurdos, que constituyen aproximadamente el 10 por ciento de los 20 millones de habitantes de Siria, residen principalmente en las regiones septentrionales y orientales del país. Human Rights Watch observó que, desde 2005, las fuerzas de seguridad sirias han reprimido al menos 14 mítines públicos políticos y culturales kurdos, en su gran mayoría pacíficos; y recurrió con frecuencia a la violencia para disolver a las multitudes. Las fuerzas de seguridad no sólo han impedido los mítines políticos para promover los derechos de la minoría kurda, sino también los encuentros para celebrar el Norwuz (año nuevo kurdo) y otras festividades culturales. En al menos dos ocasiones, los servicios de seguridad abrieron fuego contra las masas y provocaron muertes.
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