Los ataques a la libertad de expresión, la censura y el acoso a la prensa, comunes en el régimen de Bashar al Asad, han cobrado especial fuerza desde el inicio de las revueltas democráticas en Siria. Los periodistas tienen prohibido entrar a la ciudad sureña de Daraa, el escenario de los disturbios políticos, y el 25 de marzo fueron obligados a volver a Damasco, la capital, en caravanas escoltadas por la policía, por «su propia seguridad». Desde entonces necesitan obtener un permiso del Ministerio de Información para poder hacer su trabajo.
Además, las autoridades sirias han revocado las credenciales de prensa del corresponsal de Reuters Khaled Oweis por «cobertura falsa» y le han ordenado salir del país, según informó Reporteros Sin Fronteras. También han sido expulsados el productor de Reuters Ayat Basma y el camarógrafo Ezzat Baltaji, ambos ciudadanos libaneses, después de haber sido detenidos durante dos días.
Por otra parte, la cadena Al-Arabiya anunció el pasado día 7 el arresto de uno de sus corresponsales en Siria, el periodista noruego de origen kurdo-sirio Mohamed Zaid Mistou. El periodista estaba cubriendo el movimiento de protesta y había publicado numerosos artículos en la web de Al-Arabiya.
Según medios de comunicación jordanos, el 24 de marzo pasado las autoridades sirias habrían arrestado también a dos periodistas que trabajan para Arab Broadcasting Services, Akram Abu Safi y Sobhie Naeem Al-Assal.
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