La complicada apuesta de Hizbulá

26/5/2013 | Miguel Máiquez
El líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, durante una visita a Irán en 2005. Foto: Satyar Emami / Wikimedia Commons

Cuatro personas resultaron heridas este domingo al impactar tres cohetes en el barrio de Chiyah, un feudo de Hizbulá en la periferia del sur de Beirut. El ataque se produjo al día siguiente de que Hasan Nasrala, el líder de la milicia y partido político chií, justificase su apoyo al régimen sirio de Bashar al Asad y anunciara que sus hombres continuarán combatiendo en el país vecino «hasta la victoria». Ha sido el primer ataque dirigido directamente contra un bastión de Hizbulá en la capital libanesa desde que estalló el conflicto sirio, hace dos años.

«Continuaremos hasta el final del camino», dijo Nasrala el sábado en un discurso televisado. «Aceptamos esta responsabilidad y aceptaremos todos los sacrificios y las consecuencias de esta posición. Seremos los que traigamos la victoria», sentenció.

La guerra en Siria está polarizando el Líbano hasta extremos cada vez más alarmantes. En general, los suníes apoyan la rebelión contra Asad, cuyos oponentes profesan mayoritariamente esta confesión del islam, mientras que los chiíes de Hizbolá y sus aliados respaldan al presidente sirio. En los últimos meses, la tensión ha sido especialmente fuerte en la ciudad de Trípoli, donde se han producido numerosos estallidos de violencia entre la mayoría suní y su pequeña comunidad alauí (la secta, conectada con el chiísmo, a la que pertenecen Asad y la cúpula gobernante en Siria), con un saldo hasta ahora de más de 30 muertos y alrededor de 200 heridos.

Hasta no hace mucho, Hizbulá insistía en que no había enviado, oficialmente, combatientes a Siria. Su apoyo a Bashar al Asad, sin embargo, cobró total visibilidad la semana pasada, cuando fuerzas de la milicia chií y tropas del régimen sirio lanzaron un ataque conjunto para expulsar a los rebeldes de Qusair, una estratégica localidad situada a tan solo 7 kilómetros de la frontera con el Líbano, que era utilizada por los insurgentes como parte de la ruta de suministro de armas.

La apuesta de Hizbulá por Asad no es una apuesta fácil. Con ella, la milicia libanesa se alinea con Irán, la gran potencia chií de la región y su principal patrocinador, al tiempo que, de algún modo, devuelve al presidente sirio el apoyo que éste le prestó durante la guerra contra Israel en 2006. Pero el precio, esas «consecuencias» de las que hablaba Nasrala, es alto, ya que supone «derramar la sangre de hermanos árabes musulmanes», y echar más leña al fuego de la violencia confesional en la región. El momento, por otra parte, no puede ser peor, si consideramos que los enfrentamientos entre suníes y chiíes en Irak (de origen interno, pero conectados también con la situación en Siria) han puesto también a este país en la antesala de una nueva guerra civil.

Hizbulá, además, es consciente de que puede estar erosionando gravemente su imagen y su influencia en el mundo árabe, y dilapidando el enorme crédito obtenido tras su éxito en, precisamente, la guerra contra Israel de 2006.

Para justificar su postura, Nasrala insiste en que el respaldo de Hizbulá al régimen sirio no tiene nada que ver con motivos sectarios o confesionales, sino que se trata de una lucha contra «extremistas apoyados por Estados Unidos e Israel». En este sentido, el líder de la milicia libanesa asegura que los rebeldes sirios están dominados por «yihadistas islámicos fundamentalistas» que están tratando de imponer su influencia en los países sacudidos por la llamada primavera árabe. «Libia y Túnez ya están sufriendo a causa de estos grupos, y esta enfermedad está llegando también al Líbano. Si no les combatimos, los tendremos aquí», dijo.

Nasrala parece olvidar que, aunque de características distintas al integrismo suní, Hizbulá no es exactamente un grupo islámico moderado (más bien todo lo contrario), o que la creciente presencia de facciones fundamentalistas (algunas, directamente vinculadas a Al Qaeda) entre los rebeldes sirios es uno de los muchos factores que están paralizando a Occidente, con EE UU a la cabeza, a la hora de intervenir abiertamente en Siria apoyando a los insurgentes.

Parece obvio, en cualquier caso, que, al margen de que Nasrala crea o no en sus propias palabras, lo que está haciendo realmente Hizbulá es tratar de cubrirse las espaldas, ya que la caída del gobierno de Asad le dejaría sin uno de sus mejores aliados, y cortaría el camino a través del cual la milicia recibe armas de Irán.

De momento, Nasrala cuenta con el apoyo incondicional de las bases de Hizbulá, o al menos eso es lo que la organización puso en escena durante un multitudinario acto celebrado este mismo sábado en la localidad de Mashgara, para conmemorar el 13 aniversario de la retirada israelí del sur del Líbano, y durante el que se retransmitió el discurso del líder de la milicia a través de una gran pantalla de televisión.

«Si vienen aquí, moriremos; no tienen nuestra misma religión», decía una joven de 16 años, participante en la manifestación, a la corresponsal de la cadena de televisión pública estadounidense PBS. «Ellos no tienen la compasión que tenemos nosotros», añadía. Y una mujer de 64 años indicaba: «Si no les combatimos vendrán a por nosotros. Nosotros no somos como ellos». Preguntada por la corresponsal a qué se refería, la mujer alude entonces al famoso vídeo, publicado hace unas semanas en YouTube, en el que un rebelde fundamentalista suní aparece rajando el pecho de un soldado sirio muerto, y mordiendo después los órganos de la víctima. «Nosotros no nos comenos el corazón de nuestros enemigos; no somos salvajes como ellos», afirma la mujer.


Más información y fuentes:
» Hezbolá promete la victoria en Siria y Beirut es atacada con cohetes (Reuters)
» Atacan con cohetes el feudo de Hezbolá en la capital de Líbano (El País)
» Hezbollah Commits to an All-Out Fight to Save Assad (The New York Times)
» Hezbollah’s Vow to Fight for Assad Gets Boost from Images of Syrian Rebel Savagery (PBS)
» After Syria. If the Assad regime falls, can Hezbollah survive? (The New Yorker)
» Hezbollah’s war in Syria threatens to engulf Lebanon (Robert Fisk, en The Independent)