La Asamblea General de la ONU parece haberse convertido esta semana en una especie de versión del club de la comedia. Eso sí, con más corbatas y menos risas.
Primero fue Ahmadineyad (sin corbata). El presidente iraní, a quien parece que su lucha por el poder con el ayatolá Jamenei le tiene bastante desmejorado, estuvo el miércoles más comedido que otras veces, pero ello no le impidió mantenerse fiel a su tradicional tono conciliador, y denunciar «las amenazas continuas de los sionistas incivilizados». Durante aproximadamente media hora, Ahmadineyad clamó contra «el unilateralismo, la aplicación de dobles raseros y la imposición de guerras y ocupaciones por interés económico»; lamentó la «carrera armamentística» y la «intimidación» que ejercen las «potencias hegemónicas», y calificó la realidad mundial de «amarga». De Siria, sin embargo, no dijo ni una palabra. Un desliz.
Y este jueves le tocaba el turno a Netanyahu. A pesar de sus desinteresados esfuerzos por reconducir hacia buen puerto la política de la Casa Blanca (bombardeando Teherán, por ejemplo), Obama no ha querido recibirle. Semejante feo, sin embargo, no ha impedido que el primer ministro israelí (Bibi para los amigos, con corbata) sacase fuerzas de flaqueza y encontrase ánimo para explicarnos a todos cuándo hay que marcar las líneas rojas en lo referente a amenazas nucleares. Sin duda, sabe de lo que habla. No en vano su país guarda todo un arsenal (‘secreto’) de bombas atómicas. Y para demostrarlo, además de volver a comparar al régimen de Teherán con los nazis, se valió del sofisticado gráfico que aparece en la imagen superior: Una bomba marca ACME, o, para aquellos a quienes el Coyote y el Correcaminos les pillen lejos, una bomba tipo Mortadelo y Filemón. La escena, por supuesto, ya ha sido convenientemente parodiada y reparodiada. Un bombazo. Aquí, un par de ejemplos:
El caso es que es la segunda vez en apenas unos meses que el primer ministro israelí hace gala de sus dotes didácticas y humorísticas. Para la posteridad queda ya aquella frase sobre Irán que pronunció en marzo ante la AIPAC, el principal grupo de presión pro israelí de EE UU: «Si camina como un pato, si habla como un pato… es un pato. Este es un pato nuclear».
Para un análisis más serio, Íñigo Sáenz de Ugarte, en su blog:
[…] Hay que hacer un esfuerzo para tomarse en serio el gag. No tenía nada que ver con el público en la sala. A Netanyahu no le puede preocupar menos lo que opinen los dirigentes del planeta cuando ni siquiera oculta lo mucho que le molesta que el presidente de EE UU no haya decidido ponerse a sus órdenes.
El auditorio no estaba en realidad en el plenario de la Asamblea General, sino en los medios de comunicación norteamericanos y en su público. Con este gesto teatral y arriesgado, pretende poner en primera línea del debate una crisis a la que los norteamericanos –preocupados por su crisis económica y las elecciones– no parecen prestar la atención necesaria.
Y aquí, un gran ejercicio de cinismo constructivo, a modo de test: ¿Quién ha dicho estas frases, Netanyahu o Ahmadineyad?
Por último, un buen resumen del dibujante iraní Mana Neyestani.
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