En la prensa

Protesta de personas sin nacionalidad reconocida (‘bidun’) en Kuwait, en marzo de 2019*. Foto: Wikimedia Commons

Alain Gresh, en Orient XXI (16/5/2013):

Una carretera, a veces un simple camino de tierra, separa los dos mundos. En el ‘lado malo’, casas bajas construidas a base de bloques de cemento y planchas de uralita, entradas tapadas por sábanas tendidas, cables eléctricos a ras del suelo, un aire de provisionalidad que se extiende sin fin. En el otro lado, villas de varios pisos, acicaladas, no necesariamente lujosas, pero que transpiran bienestar y estabilidad.

En el lado bueno, familias de funcionarios, docentes, médicos, poseedores de todos los beneficios de la nacionalidad kuwaití, propietarios de sus propias casas gracias a las ayudas gubernamentales. En el otro, familias de exfuncionarios, de expolicías, de exmilitares, que descubrieron a principios de los años noventa que no eran «nacionales» y que han sido privadas de sus derechos, personas a las que se prohíbe trabajar y a las que se niega el acceso a hospitales y escuelas públicas. Simples arrendatarios que pagan un alquiler mensual al Gobierno.

A tan solo unos metros de allí, los obreros le dan el último toque a una universidad que acogerá a sus primeros estudiantes en septiembre, pero solo a los que viven en el ‘lado bueno’.

Estamos en Tayma, una localidad a unos 25 kilómetros de Ciudad de Kuwait donde, a finales de los años setenta, se construyeron las llamadas bouyout cha’biyya (viviendas populares), con el fin de reagrupar a una parte de aquellos a los que llaman aquí bidun, «sin», es decir, sin nacionalidad; en realidad, sin papeles. A menudo de origen beduino, desconocedores de las prácticas administrativas, los bidun se ‘escaparon’ del registro en los comités de nacionalidad que exige la Ley sobre Nacionalidad aprobada en 1959, poco antes de la independencia del país en 1961. […]

Leer el artículo completo (en francés)


Más información:
» Stateless in Kuwait: Who Are the Bidoon? (Open Society Foundation)
» Kuwait: Stateless ‘Bidun’ Denied Rights (Human Rights Watch)
» Arrests and Trials of Kuwait’s Stateless Protesters (Mona Kareem)
» Kuwait MPs pass law to naturalise 4,000 stateless Bidun (BBC)
» Kuwait: Small step forward for Bidun rights as 4,000 ‘foreigners’ granted citizenship (Aministía Internacional)
» Bedoon Rights


* Entrada actualizada en 2019 (foto)

Los ‘bidun’: sin papeles, sin derechos

Alain Gresh, en Orient XXI

Un póster de Edward Said, en el muro israelí de separación, en Ramala, Cisjordania. Foto: Justin McIntosh / Wikimedia Commons

Edward Said, en The New York Times Magazine (10/1/1999):

Dado el colapso del gobierno de Netanyahu en lo que respecta a los acuerdos de paz, es el momento de plantearse si todo el proceso iniciado en Oslo en 1993 es el instrumento adecuado para alcanzar la paz entre palestinos e israelíes. Mi opinión es que el proceso de paz ha aplazado de hecho la verdadera reconciliación que debe producirse si queremos que la guerra centenaria entre los sionistas y el pueblo palestino toque a su fin. Oslo sentó las bases de la separación, pero la verdadera paz sólo podrá llegar con un único Estado binacional israelí-palestino.

Esto no es fácil de imaginar. El discurso oficial sionista israelí y el palestino son irreconciliables. Los israelíes dicen que llevaron a cabo una guerra de liberación y de este modo alcanzaron la independencia; los palestinos dicen que su sociedad fue destruida y la mayoría de su población expulsada. Y, de hecho, esta incompatibilidad era ya bastante evidente para las primeras generaciones de líderes y pensadores sionistas y, desde luego, para todos los palestinos. […]

Leer el artículo completo (en inglés)

La solución del Estado único

Edward Said, en The New York Times Magazine

Marc Lynch, en Foreign Policy (19/9/2911):

El largo periodo de estancamiento en Yemen dio ayer un giro sangriento, tan horrible como totalmente predecible. Las fuerzas del régimen abrieron fuego contra los tenaces y pacíficos manifestantes en la Plaza del Cambio, en Saná, matando a decenas de ellos e inundando los hospitales de heridos. Internet se llenó de vídeos espantosos que parecían proceder de Libia o Siria. La crisis de violencia que muchos hemos estado avisando que sucedería si dejábamos de lado este país, […] ha llegado ya. La masacre de Saná debería ser una señal muy clara de que el actual ‘status quo’ en Yemen no es estable ni sostenible, y de que el fracaso en encontrar una solución política asegura el derramamiento de sangre y una escalada de la crisis humanitaria. Ahora es el momento de presionar para que se produzca una transición política inmediata, una que no puede incluir la inmunidad para los hombres de Saleh. […]

Leer el artículo completo (en inglés)

El precio de ignorar a Yemen

Marc Lynch, en Foreign Policy

Unos 250.000 ‘indignados’ tomaron este sábado por la noche las calles de las principales ciudades israelíes para quejarse de la carestía de la vivienda y la vida, en una protesta inspirada en la española y que se ha convertido en la mayor contestación social de la historia del país. En la imagen, Tel Aviv.
Foto: avivi / Wikimedia Commons

David Grossman, en El País (7/8/2011):

El sábado 30 de julio por la tarde, mientras nos manifestábamos en Jerusalén, miré a mi alrededor y vi un río de gente que recorría las calles. Había miles de personas que llevaban años sin hacer oír sus voces, que habían abandonado toda esperanza de cambio, que se habían encerrado en sus problemas y su desesperación.

No les resultó fácil unirse a los jóvenes ruidosos provistos de altavoces. Quizá por la timidez propia de unas personas poco acostumbradas a levantar la voz, sobre todo en medio de un coro de gritos. A veces, tenía la impresión de que nos mirábamos asombrados e incrédulos, sin creernos del todo lo que salía de nuestras bocas. ¿De verdad éramos aquella turba, aquella muchedumbre indignada, que levantaba el puño como habíamos visto hacer en Túnez y Egipto, en Siria y Grecia? […]

Leer el artículo completo

Embed from Getty Images

Protesta en Tel Aviv, este 30 de julio. Foto: Uriel Sinai / Getty Images

Protesta histórica en Israel

David Grossman, en El País

Plaza Tahrir, El Cairo, el 8 de febrero de 2011. Foto: Mona / Wikimedia Commons

Marwan Bishara, uno de los principales comentaristas políticos de Al Jazeera, analiza en un artículo publicado hoy en la web de esta cadena de televisión, el momento en que se encuentran las revueltas árabes, y el papel que ha jugado y está jugando la comunidad internacional, desde EE UU y Europa a China o Rusia, pasando por los países africanos y las tres naciones no árabes de la región: Irán, Turquía e Israel. Un extracto:

La revolución árabe está en marcha, y no hay vuelta atrás.

Los cambios van a llegar, y lo van a hacer más pronto que tarde. Pero, mientras que los árabes se han dado cuenta de que se trata de un cambio necesario, y están haciéndolo posible y proclamándolo a bombo y platillo, sus gobiernos y muchos líderes mundiales no parecen haber captado el mensaje.

Los líderes de EE UU, Europa e Israel –como los de Turquía e Irán, y también los de Rusia y China, e incluso los de Brasil– todavía no han sido capaces de interiorizar las dramáticas transformaciones que están teniendo lugar en el mundo árabe, y de adaptar sus políticas en consecuencia. O están tratando de sacar ventaja, o están cubriendo sus apuestas, o son terriblemente indiferentes al espíritu y la magnitud del cambio que está en juego.

Es posible que algunas de las capitales más poderosas del mundo encuentren más fácil, e incluso más seguro, seguir tratando con los mismos autócratas árabes con los que han tratado durante las últimas décadas. Y sí, es más fácil manipular a los dictadores, sobornar a sus tecnócratas o, por ejemplo, venderles armas tan caras como inútiles.

¿Pero acaso los derechos y el progreso de los árabes deberían estar condicionados por el ‘interés nacional’ a largo plazo de los europeos, los africanos, o los chinos? Hagan lo que hagan, o dejen de hacer, afectará a sus intereses en la región durante mucho tiempo. […]

Leer el artículo completo (en inglés)

Ya va siendo hora de tomarse en serio la revolución árabe

Marwan Bishara, en Al Jazeera

Artillería de las fuerzas leales a Gadafi, destruida por la aviación francesa, cerca de Bengasi, en Libia, el 19 de marzo. Foto: Bernd Brincken / Wikimedia Commons

¿Era la intervención armada la única manera posible de detener la brutal represión de Gadafi contra su propio pueblo? Muchos piensan que sí, y la ONU ha dado su bendición. Otros, sin embargo, mantienen firme su apuesta por la no violencia como único modo efectivo y moralmente válido de resolver conflictos. Es el caso del británico Symon Hill, miembro del ‘thinktank’ Ekklesia, tal y como explica él mismo en un artículo publicado hoy en The Guardian. Un extracto:

Millones de personas por todo el norte de África y Oriente Medio han demostrado en estos últimos meses el poder de la no violencia. Pero ni los políticos británicos ni los expertos parecen haber aprendido la lección, y se han ido sumando uno tras otro al apoyo a los bombardeos sobre Libia […]. A pesar de todas las evidencias, se vuelve a dar por cierta la antigua suposición de que la violencia funciona.

La no violencia ha sido una de las principales características de la gran mayoría de los activistas que han luchado contra la tiranía en Túnez, Egipto y otros lugares. Comprensiblemente, el pueblo libio ha tenido que recurrir a la violencia en su desesperación, pero su caso ha sido la excepción.

Como pacifista, estoy acostumbrado a que me tachen de ingenuo, de cínico y de antipatriota. La mayoría de los medios de comunicación apenas han dedicado espacio a los que se oponen a los bombardeos. La ausencia de un debate real alcanzó el absurdo cuando a los diputados [británicos] se les permitió votar sobre el ataque… una vez que ya había comenzado. […]

Leer el artículo completo (en inglés)


Más información:
» Reflexiones sobre el ataque a Libia
» La ONU da a esperanza a las revueltas árabe
s

Ni una oportunidad al pacifismo en Libia

Symon Hill, en The Guardian

Celebración de Noruz en Estambul, en 2006.
Foto: Bertil Videt / Wikimedia Commons

Uno de los editoriales de hoy en The Guardian:

En las culturas occidentales hoy celebramos el equinocio de la primavera, el tan esperado momento que marca el fin del invierno, cuando los días empiezan a ser cada vez más largos y las noches, cada vez más cortas. Pero en muchos países y culturas de Oriente Medio y Asia Central, especialmente en Irán, el 21 de marzo es Noruz (o Nowruz, en su transcripción inglesa; Nawroz, en kurdo; Norouz, Nauroz y muchas otras variantes, ya que la palabra va cambiando de ciudad en ciudad a través de Asia), la ancestral festividad del año nuevo.

Al igual que sucede con la Semana Santa en los países de tradición cristiana, en Noruz lo religioso y lo pagano se mezclan en una única celebración anual marcada por símbolos de la vida nueva, como huevos decorados o flores primaverales. En Irán, donde la fiesta se asocia al zoroastrismo, existe la tradición de saltar sobre las hogueras para simbolizar la victoria de la luz sobre la oscuridad. Después, las cenizas se entierran en los campos para completar la unión entre el fuego y la tierra. En los banquetes, las mesas se llenan de símbolos de riqueza, salud y felicidad, y de pececitos de colores en sus peceras, como alegoría de la vida que existe dentro de la propia vida.

En los tiempos preislámicos, según cuenta el gran poeta persa Omar Jayyam, en el primer saludo que recibía el rey cada día se le deseaba «sabiduría, perspicacia y sagacidad». Las fiestas sólo permanecen en el tiempo si son capaces de reinventarse. En la cultura kurda, donde tradicionalmente se conmemora en este día la victoria sobre el tirano asesino Zuhak, la fiesta de Noruz, desde Estambul hasta las playas de California, es al mismo tiempo el día nacional de la independencia y un emblema de resistencia. Es la promesa de que, algún día, la liberación de la carga del invierno vendrá acompañada de la liberación de la opresión política.


» Fotos de la festividad de Noruz en The New York Times

Noruz

The Guardian

Joshua Landis, en Syria Comment (19/3/2011)

La oposición [en Siria] está cogiendo impulso. Las manifestaciones son cada día más grandes. Empezaron reuniendo a entre 100 y 300 personas, y la de hoy en Deraa a congregado a cerca de un millar. Según The New York Times, 20.000 personas asistieron al funeral en esta ciudad [tras la muerte de al menos cuatro personas el viernes a causa de la represión policial durante una manifestación].

Las cuatro muertes de Deraa son una novedad. Según aseguran muchos sirios, ésta es la primera vez que el presidente Asad derrama sangre disparando a manifestantes. La intifada kurda de 2004 en Jazeera acabó con la vida de muchas personas, pero ocurrió justo después del referéndum constitucional en Irak, y se echó la culpa a factores externos. Muchos opinan que esta vez es diferente.

Aún no está claro en qué puede desembocar todo esto, ya que la oposición no tiene líderes y en Siria no hay partidos políticos organizados. En cualquier caso, estamos ante una nueva era. Si las manifestaciones siguen creciendo hasta el punto de abrumar a las fuerzas de seguridad, la situación puede cambiar rápidamente.

No todas las regiones y ciudades de Siria se comportarán del mismo modo. Y la cúpula de las fuerzas armadas no va a abandonar su poder tan fácilmente, como en Túnez o Egipto. Las lealtades van a quedar muy dividas. Lo veremos en los próximos días. […]

Leer el artículo completo

Leer también: Arab Spring: Is the Revolution Starting up in Syria? (Time, 19-2-2011)

Las protestas crecen en Siria

Joshua Landis, en Syria Comment

Egipto votará mañana en referéndum las primeras reformas constitucionales propuestas tras la caída de Mubarak. Pese al avance democrático que pueda suponer la mera celebración de una consulta ciudadana en condiciones de libertad, la propuesta en sí ha sido criticada por la conexión que tiene aún con el régimen. Un ejemplo, el editorial de hoy del diario canadiense The Globe And Mail (traducido al castellano):

El referéndum que va a celebrar mañana Egipto sobre la reforma constitucional no es la expresión de la voluntad popular, sino, más bien, el último legado de un pasado antidemocrático, un ejercicio ilegítimo que carece del apoyo de la vanguardia revolucionaria del país, y que puede poner en peligro la transición hacia una democracia real.

En sí mismas, las reformas propuestas resultan loables e inofensivas. La imposición de un límite al número de mandatos presidenciales y a las leyes de emergencia, así como el establecimiento de la figura del vicepresidente, son cambios positivos y responden a las quejas contra el gobierno del ex presidente Hosni Mubarak.

Pero, en el caso de que sea aprobada, la nueva constitación es una invitación a la tiranía. Los poderes de las leyes de emergencia quedarían limitados, pero no eliminados. Y se contemplan pocos límites nuevos al poder presidencial.

Se trata, en realidad, de pequeños ajustes, tal y como admitió al semanario Al Ahram Tarek El-Beshri, jefe del comité de expertos juristas -designado por el Ejército- que redactó los borradores de las enmiendas: «Nos hemos limitado a reformar artículos previamente reformados de la Constitución. No se trata de una reforma de la Constitución en sí. Es una Constitución temporal que estará vigente durante un año, o tal vez algo menos».

Empezar a meterles mano a las leyes básicas en un momento tan temprano de la revolución es un error. De hecho, Egipto ya estraba gobernado en gran medida por las leyes antes de la revolución, pero eran malas leyes, selladas por un parlamento elegido pero débil. Y teniendo en cuenta que la propuesta de llevar a cabo futuras reformas viene de este parlamento dócil, existe el riesgo de que acabe consolidándose en el poder un nuevo hombre fuerte.

Así las cosas, el Ejército no se está limitando a gobernar el país; también está trazando la agenda política. La semana pasada los activistas fueron expulsados de la plaza Tahrir.

Muchas facciones de la oposición están esforzándose para organizar nuevos partidos políticos, un proceso que requiere debate, tiempo y voluntad de incluir diferentes opiniones.

Jóvenes demócratas, líderes liberales como Mohamed El Baradei y el ex candidato presidencial Ayman Nour hacen bien en rechazar el referéndum. El Ejército asegura que será una «experiencia democrática». Pero más bien se parece al conocido escenario en el que la vieja guardia acaba trampeando la democracia, tal y como le habría gustado a Hosni Mubarak.

La legitimidad del referéndum en Egipto

The Globe And Mail

Embed from Getty Images

Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto y de la República Árabe Unida (RAU), en la Conferencia de Países No alineados de Belgrado en septiembre de 1961. La RAU unificó Egipto, Siria y, durante un breve periodo de tiempo, Irak, entre 1958 y 1961. Foto: Keystone / Getty Images

Mohammed Khan, en Al Jazeera (5/3/2011):

La geografía moderna de Oriente Medio fue labrada en la primera parte del siglo XX por colonialistas británicos y franceses cuyo único interés era repartirse entre ellos mismos el botín de la guerra, y mantener su supremacía en la región. Los trazos que dividen la zona, con sus perfectas líneas rectas (ver los mapas de Argelia, Libia, Egipto y Sudán), siguen siendo prácticamente los mismos hoy en día que cuando fueron trazados por primera vez, a pesar de décadas de invasiones fronterizas y conflictos.

Nunca antes se había guardado tan celosamente un concepto importado: Las familias gobernantes y las élites políticas de Oriente Medio hicieron suya la idea del estado-nación, junto con el santo grial de las teorías sobre relaciones internacionales y soberanía.

La artificialidad de las fronteras en cuestión está fuera de toda duda. Si se echa un vistazo a cualquier mapa de Oriente Medio anterior al Acuerdo Sykes-Pikot de 1916 entre Francia y el Reino Unido (cuando se completó la división de la región sin tener en cuenta las opiniones de la gente que vivía en ella), resulta difícil encontrar muchas fronteras físicas reales entre Siria, al noreste, y Marruecos, en el oeste.

Lo que sí puede verse, sin embargo, son rutas de ferrocarril que se expanden libremente por toda la región. Los restos de la antigua vía férrea del Hejaz, que conectaba Damasco con Medina, continúan en pie (en ruinas) en el centro de la capital siria. En su día sirvió para transportar a los peregrinos hasta la ciudad santa musulmana, actualmente en Arabia Saudí, sin necesidad de engorrosos visados ni burocracias frustrantes. Pero de eso hace ya, obviamente, algún tiempo. […]

Leer el artículo completo (en inglés)

¿Un Oriente Medio sin fronteras?

Mohammed Khan, en Al Jazeera

1 2 5